Al sur a la izquierda

Zoido y Rubalcaba: pifias paralelas

El Partido Popular de Andalucía le ha hecho dos regalos a sus adversarios socialistas en los últimos meses, el primero involuntario y el segundo a conciencia. El primer regalo fue no alcanzar la mayoría absoluta el 25 de marzo, pero poca culpa tuvo en ello el propio Partido Popular, cuyos dirigentes hicieron todo lo que había que hacer para ganar la mayoría absoluta, pero fracasaron. Por eso están con la depresión con la que están. El segundo regalo es haber hecho presidente del partido al alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, una designación que está relacionada directamente con esa misma depresión.

Pero no es solo la derecha la que hace regalos. El PP de Andalucía ha incurrido en el mismo error en que incurrió el Partido Socialista en febrero pasado cuando, tras su inconsolable derrota del 20 de noviembre, convocó a toda prisa un congreso federal que salió mal no porque lo ganara Rubalcaba, sino porque por definición no podía salir bien. Si hubiera ganado Chacón habría ocurrido lo mismo. Entonces tal vez no lo supieran, pero hoy cualquier militante socialista ya sabe que aquel congreso salió mal. Las vigas del edificio socialista estaban siendo devoradas por una voraz carcoma y el partido decidió que la solución era dar a esas vigas una buena capa de barniz. Pero no cualquier barniz, sino un barniz del mejor. Por supuesto, la carcoma sigue actuando bajo el barniz y ahora nadie sabe qué diablos hacer para detenerla e impedir que todo el edificio se venga abajo.

El PSOE se precipitó con su congreso federal y el PP lo hizo con el suyo andaluz. Javier Arenas se fue antes de tiempo y de esa precipitación se derivó que, de la torpe mano de María Dolores de Cospedal, el partido improvisara un presidente tan flagrantemente inadecuado como Juan Ignacio Zoido, quien acostumbra a hacerse un lío cada vez que habla sobre cosas que tienen simultáneamente que ver con Sevilla y con Andalucía. Unas veces ejerce de alcalde de Sevilla y al minuto siguiente lo hace de presidente del PP de Andalucía, mientras los socialistas se dedican todo el tiempo a idear nuevas preguntas y situaciones para poner en apuros al pobre Zoido. El PP no entendió en su congreso que ser alcalde de Sevilla y presidente del PP de Andalucía son cargos incompatibles. Es más, son cargos de una incompatibilidad inversamente proporcional: cuando mejor desempeñes uno, peor desempeñarás el otro.

A su manera, a Rubalcaba le sucede algo parecido. Fue el número dos del Gobierno de Zapatero y ese hecho es imposible de borrar: la fidelidad a su propio pasado le hace extremadamente difícil gestionar el futuro de todos. Rubalcaba no puede dejar de ser quien ha sido y ello le impide ser otro. El drama de Rubalcaba es que lo que necesita su partido es justamente aquello que él nunca podrá darle: no sólo otro líder, sino un líder otro.

Si el PP andaluz le hizo al PSOE un regalo designando a Zoido, el PSOE federal le hizo lo mismo al PP eligiendo a Rubalcaba. Alfredo y Juan Ignacio. Juan Ignacio y Alfredo. Vidas paralelas. Muertes paralelas. Agonías paralelas. Haciéndolo número uno de Andalucía, el PP está malgastando el destino de Zoido como número uno de Sevilla, que es para lo que en verdad tiene talento. Haciéndolo número uno de España, el PSOE está malgastando el talento de Rubalcaba como número dos, que es para lo que de verdad tiene talento.

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