Al sur a la izquierda

La X de los ERE

Como articulista escurridizo y avezado que soy, le robo por todo el morro la idea de esta columna a la compañera de El Correo de Andalucía Isabel Morillo, que titulaba su crónica de ayer así: ‘Ahora toca despejar la X de los ERE’. Le afano la idea, pero lo hago para no estar de acuerdo con ella, cómo no.

La comisión de investigación de los ERE del Parlamento andaluz ha concluido la ronda de comparecencias e interrogatorios y dedicará las próximas semanas a preparar sus conclusiones, que serían, en efecto, la traca si en verdad hubiera habido una X de los ERE, como se supone que hubo una X de los GAL. Las conclusiones de los ERE no serán noticia bomba precisamente por esa ausencia de una X. O dicho de otra forma: los ERE no tenían detrás una X, sino más bien todo un abecedario. El caso de los ERE fue posible porque todo falló, si bien es muy cierto que unos lo hicieron más que otros.

No hay una solitaria X que fuera responsable de lo sucedido. Ha habido muchas más letras. Ninguna de esas letras es culpable, pero ninguna de ellas deja tampoco de ser responsable en mayor o menor grado. Ha sido responsable la I de Intervención. Lo ha sido la H de Hacienda. Lo ha sido la T de Trabajo. Lo ha sido la P de Parlamento. Lo ha sido la A de Aseguradoras. Lo ha sido la E de Empresarios. Lo ha sido la S de Sindicatos. Lo ha sido, en fin, la doble C de Cámara de Cuentas.

Pero lo ha sido ante todo y sobre todas ellas la G de Gobierno, porque fue el Gobierno socialista de Andalucía presidido por Manuel Chaves el que no vio o no quiso ver que estaba dando cientos de millones de euros con un genérico e inconcreto procedimiento que exigía menos papeles que una liebre y con el cual era, por tanto, extremadamente fácil que se produjera la escalada de cosas que finalmente se produjo: la inconcreción administrativa multiplicó exponencialmente la discrecionalidad política, esta posibilitó la arbitrariedad, esta abrió la puerta al favoritismo, este alimentó el clientelismo, este desembocó en la picaresca, esta generalizó la irregularidad y esta dio con toda naturalidad paso a la ilegalidad.

Así pudieron ser las cosas aproximadamente. Como sucedía en aquella novela de Agatha Christie en que todos los sospechosos eran el asesino, también aquí en cierta medida la X fueron todos. Aunque unos, claro está, lo fueran más que otros. Quiénes lo fueron más y quiénes menos es precisamente lo que tiene que determinar la comisión.

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