Al sur a la izquierda

No me llames Loli, llámame Sole

No me digas María Dolores, dime Soledad. El vacío en torno a María Dolores de Cospedal por parte de miembros del Gobierno del Partido Popular, de su grupo parlamentario en el Congreso y del propio partido todavía no es insoportable, pero se acentúa cada día que pasa. Tic tac, tic tac. La presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP ya no es la que era (si es que alguna vez fue la que era, que esa es otra). La soledad de Cospedal se ha hecho más espesa tras su propuesta, demagógica hasta rozar la extravagancia, de suprimir los sueldos de los 49 diputados que se sientan en las Cortes de Castilla-La Mancha. Varios presidentes autonómicos y el propio portavoz del Grupo Popular el Congreso se han mostrado muy reticentes, cuando no abiertamente contrarios, ante la ocurrencia de Cospedal. Nadie tampoco en el Gobierno parece ver con buenos ojos la idea, y muy especialmente la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, cuyas relaciones con Cospedal son poco fluidas.

¿Qué ha ocurrido? Seguramente que la presidenta manchega se ha pasado de frenada en esta ocasión y ese patinazo está siendo aprovechado por quienes dentro de las filas populares le tienen poca simpatía.  De ahí la soledad y de ahí el vacío. No me llames Loli, llámame Sole.

La propuesta ya está en el Parlamento regional y puede salir adelante, dada la mayoría absoluta del PP en la cámara, pero su recorrido no será mucho ni muy relevante si, como parece, ningún otro presidente autonómico del Partido Popular ni el propio Congreso, también de mayoría conservadora, siguen los pasos de la presidenta.

Entre los pocos dirigentes u organizaciones que han dado respaldo público a la propuesta de Cospedal figura el PP andaluz. Su portavoz en el Parlamento, Carlos Rojas, ha dicho que es bueno reabrir ese debate. "Es algo que es necesario, somos partidarios de estar en eso", han sido las frías palabras de Rojas. La verdad es que ante apoyos tan tibios y de tan alicaída convicción, la pobre Cospedal habrá pensado que mejor que Rojas se hubiera estado callado.

La explicación de la tibieza de Rojas y del capote mismo que el PP andaluz ha echado a Cospedal tal vez sea la siguiente: el nuevo presidente del partido, Juan Ignacio Zoido, debe en buena medida su cargo a la presión de Cospedal, que truncó así los planes de Javier Arenas de ser sustituido por una persona de su confianza, lo que le habría permitido seguir mandando en el PP andaluz. No es inverosímil que Zoido haya forzado al grupo parlamentario a sumarse al pueril debate abierto por Cospedal contrarrestando así la soledad de la secretaria general. Y otra pregunta más, por cierto, que fluye estos días por los cenáculos políticos madrileños: ¿tiene algo que vez Javier Arenas, que aspira a ocupar el puesto de Cospedal en el partido, con ese vacío y esa soledad de su enemiga íntima? ¿Está el de Olvera detrás del vacío que sufre la de Albacete? Si es así, se acabará sabiendo. No tengan duda. En política casi siempre se acaban sabiendo las cosas que pasan. Es más: muchas veces se acaban sabiendo incluso las que no pasan.

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