Antonio Baños

También el Señor sintió indignación

Hace ya unos meses, el incomparable Bob Pop, mordaz y finísimo escritor en esta cabecera y un servidor, tuvimos una animada charla. Como no podía ser de otra manera entre dos tipos de un diario tan rojeras, estuvimos debatiendo sobre cual era la mejor retransmisión de la misa entre la pléyade de cadenas beatas que han aparecido en la TDT. El señor Pop, clasicón e imperial, prefería la que hace Intereconomía desde El valle de los Caídos. Yo me decantaba por la misa del canal 13 desde una modesta iglesia siempre vacía de público. En ella, las sorpresas son constantes. Por ejemplo, el mosén en su homilía citó el célebre texto Mateo 6:24: "No podéis servir a Dios y a las riquezas" y el locutor de la misa, tras un embarazoso silencio, se disculpó ante la audiencia burguesa por lo que había escrito el bruto del evangelista: "No hay que interpretarla de forma literal" dijo. Glups. Todo esto viene a cuento a raíz de la irrupción salvífica de Rouco en las cosas del 15M, diciendo primero que era gente con la vida rota y luego exculpando a la Iglesia de los temas mundanales. Hay que ver que rápido se entierra cuando se quiere la doctrina social católica e incluso las palabras de Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate donde exige "Una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines" Pero las autoridades eclesiásticas de aquí son duras de mollera. Aborto y PP. Ese es su mantra.

Y es raro, porque la crítica a la injusticia bancaria que está en la raíz de su negocio. Bien está recordar que su fundador, Jesús, actuó como un indignado violento contra los bancos de la época que eran los cambistas del templo. El hecho de que uno de los pocos gestos de ira del Cristo fuese contra el sector financiero, refleja cómo la injusticia de la deuda está en el centro del cristianismo. Ya en el concilio de Letrán de 1179 dictó que: "Los usureros manifiestos no sean admitidos a la comunión". Tal importancia tiene el tema que Jesús la incluyó en su oración estándar llamada Padrenuestro. Recuerden aquello de "perdona nuestras deudas" hábilmente sustituido por "perdona nuestras ofensas". El camarada Rouco podía pues, acogerse a una larga tradición teológica para ponerse frente a los agentes judiciales en un desahucio, que es lo que su Maestro estaría haciendo si se decidiese de una vez a bajar de nuevo a esta obra apresurada de su Padre.

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