Antonio Baños

El rating es un poco inocente

¿Alguien necesita una agencia de rating cuando va a comprar un melón? No me contesten que ya lo hago yo: no. No son necesarias porque todo el mundo, con más o menos acierto, tiene su propio sistema de valoración sobre la madurez de tan apreciada cucurbitácea.
Cuando lo que se vende es un producto conocido y accesible, el conocimiento del comprador es el aval mismo del producto. Como decía Foucault, el mercado se convierte en ese momento, en un lugar de veridicción. En cristiano, un lugar donde aparece una cierta forma de verdad, la que se establece entre la mercancía y el comprador de la misma.

Las agencias de rating que en esta semana han visto como varias instituciones de peso y prestigiosas decían de todo menos piropos, son necesarias porque el mercado financiero, la sustancia de su negocio son cosa falsa. Los mercados de derivados compravenden productos ficticios, creados ad hoc, mercancías que no son valorables por el ojo común porque no tienen ninguna utilidad. El mercado financiero, lleno de apuestas de lo más estrambóticas, me recuerda a aquella fantástica película de Leo Mankiewicz titulada Ellos y ellas donde dos fanáticos tahures encarnados por Marlon Brando y Frank Sinatra convierten cualquier decisión intrascendente en una apuesta. En una secuencia, Brando tapa con su mano la pajarita de Sinatra y le pregunta a éste sobre que tipo de estampado lleva. Nathan Detroit, el personaje, pierde la apuesta y se sorprende por llevar una pajarita a topos. Pues algo así pasa con el mercado financiero. Nadie sabe qué pajarita lleva puesta o, dicho sin metáforas, ningún agente saben qué es lo que compran y vende, cual es la naturaleza del melón que tiene entre sus manos.
Las agencias de rating son imprescindibles porque el mercado de derivados financiero es absolutamente innecesario. Los productos que ofrecen, las apuestas que se ejecutan, necesitan pues de un traductor, de un médium, de un libro de instrucciones. Por eso yo creo que no deberíamos culpar a las astutas y oscuras agencias de rating de los sustos que nos está dando esta crisis. Lo que es realmente culposo y nocivo es el mercado financiero. Las agencias intentan dar explicación coherente al riesgo, pero el problema está en el riesgo mismo como materia de transacción. Si queremos buscar culpables, no apuntemos pues a las agencias, interpelemos al negocio mismo que las alimenta.

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