Antonio Baños

Genova per noi

El pasado miércoles se cumplieron diez años de la muerte de Carlo Giuliani en medio de la terrible Batalla de Genova. Ha habido, como es natural, un escaso reconocimiento en España de ese hecho, que no es de grato recuerdo para nadie. Muchos han visto en Génova el final del ciclo antiglobalizador, que quedó atrapado en su propia dinámica confrontativa. Otros creemos que lo destacable es que fue un ensayo para la suspensión de derechos y aumento de la represión que, pocos meses después y bajo el manto del 11S, fue aceptado ampliamente por la población. Hoy, cuando otro ciclo de protesta está naciendo en España, puede parecer poco útil mirar hacia atrás en busca de posibles lecciones y paralelismos. Pero un servidor, que es hijo de aquellos años, cree que mucho de lo bueno y lo terrible que ocurrió entre Seattle y Génova nos será muy útil ahora, y que hará que la muerte de Giuliani sea menos absurda. Por un lado, es destacable recordar cómo todos los análisis, quejas y advertencias de aquellos "piojosos perroflautas" de entonces, no sólo se han cumplido sino que están siendo adoptadas algunas de sus propuestas (de forma retórica) por la derecha europea. La amenaza financiera, las pandemias fruto de la globalización alimentaria, la pérdida de derechos y el inevitable colapso del sistema, fueron motivo de burla por los expertos de principios de siglo. Y hoy, son argumento de esos mismos, apuntados a la moda catastrofista. Vimos también, cómo el barniz democrático del Estado es terriblemente sencillo de lijar. Los cierres de fronteras, los asaltos, la vigilancia y la represión más terrible, fueron armas que las democracias usaron entonces y que desempolvarán cuanto llegue (permítanme la cursilería) el próximo "invierno del descontento". Por eso, el 15M debe estar atento a las trampas policiales y mediáticas que menudearán en cuanto maestros, funcionarios y trabajadores organizados se sumen masivamente al discurso y a las protestas. Aquellas horas en la Escuela Diaz, en el Estadio Carlini, en la Zona Roja, vimos que ellos, que el capitalismo global, nunca juega a ceder y menos, a perder. Aprendimos en Génova que no dudan, llegado el momento, en cargar las pistolas con munición real. Ojalá nunca tengamos que hablar de aquello durante las protestas. Ojala que podamos seguir pensando, tal y como cantaba Paolo Conte, que: "Genova, dicevo, e una idea come un altra"

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