Antonio Baños

25 aniversario del Big Bang

El próximo jueves 27 se cumple el 25 aniversario del Big Bang. No me refiero a la fecha de la creación del universo, que es algo anterior, sino al día en que entró en vigor en la City de Londres, la Ley de Servicios Financieros de Margaret Thatcher. Esa ley supuso la desregularización inmediata y total del mercado financiero británico y, casi inmediatamente, la globalización del mismo. Por eso se le conoce así, como El Big Bang Day. La libertad en la forma y pago de las transacciones o la entrada de empresas sin capital británico fueron grandes novedades, pero quizá lo más significativo de aquella jornada fue la incorporación de las redes informáticas a una conexión global, para constituir así un mercado financiero continuo y eterno. Ese mismo día, en la ciudad italiana de Asís, el papa Juan Pablo II y religiosos de todos los credos, se pusieron a pedir la clemencia de sus respectivos dioses en la Jornada Mundial de la Oración. No cabe duda de que, al menos Plutón, dios del dinero, sí se dio por enterado.
Pero casi al año del invento, la globalización financiera ya nos dio el primer disgusto. Fue el crash del Lunes negro, el 19 de octubre del 87. Desde entonces, y como en los reportajes de Callejeros de la Cuatro, las finanzas globales han sido un rosario de subidones poligoneros y resacas violentas.

Yo, que soy un poco tontorrón y nostálgico, culpo al Big Bang de haber acabado con aquel capitalismo de bombín y paraguas que tan bien retrató la película Mary Poppins. David Freud, nieto del señor aquel austriaco y financiero él mismo, recordaba como las órdenes de compra se ejecutaban en una semana mientras, el vino, el roast beef y el club, ocupaban las tardes de aquella City dominada por la old boys network, la red de ex alumnos de las grandes escuelas británicas. Philip Augar, otro viejo broker ilustrado, incluso plasmó esa nostalgia en un libro: The death of Gentlemanly Capitalism. Algo así como: La muerte del capitalismo caballeroso. Imperialista y cruel, sí. Pero con estilo.
En el décimo aniversario del Big Bang, en pleno Tourmalet financiero, el Financial Times describía el parqué globalizado de la City con innegable ingenio británico: "Un infierno absoluto con el suelo de madera". Ejecutivos ansiosos comiendo sushi frente al ordenador. Testosterona e histeria. Codicia y prepotencia. El jueves (si no están en una mani) celebren el 25 aniversario del día en que todo empezó a torcerse. Y brinden, porque el año que viene el mundo ya será diferente

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