Crónicas Afganas

Banderas a media asta

"Chase B. Stanley, 21 años, especialista del ejército. Nacido en Napa- California. Fallecido el 14 de julio en la provincia de Zabul a causa de las heridas que le provocó un artefacto explosivo que colocaron los insurgentes al paso de su vehículo". "Justus S. Bartelt, 27 años, sargento del Cuerpo de Marines. Natural de Polo- Illinois. Falleció en combate en la provincia de Helmand". "Aníbal Santiago, 37 años, sargento del ejército. De Belvidere- Illinois. Falleció el 18 de julio...". Estos son algunos de los soldados que fallecieron entre la semana del 16 al 22 de julio. Tres de los veintidós norteamericanos que perdieron la vida en Afganistán durante esa semana. Soldados con edades comprendidas entre los 21 y los 37. La inmensa mayoría jóvenes que no superaban el cuarto de siglo de vida.

Sus nombres salieron publicados en el periódico "Air Force Times"- que se puede encontrar en todos los PX’s de Afganistán y que está a disposición de todos aquellos que quieran comprarlo- en la sección ‘Para el recuerdo’. Junto a sus nombres, edades, lugar de nacimiento y motivo de su fallecimiento aparece una pequeña foto con su uniforme de gala y luciendo una sonrisa que ahora parece de despedida. Esta es la forma que Estados Unidos tiene de honrar a sus hombres caídos en combate; poniendo sus nombres en el periódico junto con una foto para que todos sepan quienes son...  Cada ejército tiene sus héroes y sus distintas formas de honrarlos.

La guerra de Afganistán no da tregua y las cifras empiezan a ser demoledoras. Sólo en una semana veintidós féretros cubiertos con la bandera de las barras y estrellas. 135 heridos en combate... Pero si revisamos los números totales son aún peores. Desde el inicio de la guerra- 10 de octubre de 2001- han caído en Afganistán 1.186 soldados y 7.011 han sido heridos; además aún permanece en paradero desconocido el cabo Bowe R. Bergdahl, capturado el 30 de junio de 2009... (Estas cifras pertenecen sólo a los soldados de los Estados Unidos)

Pero las cifras son números. Algo frío. Vacío. Hueco... Sí, quedan muy bonitos todos puestos uno detrás de otro y te hace reflexionar sobre la guerra. Pero en vivo y en directo la guerra es mucho peor... no os podéis imaginar hasta qué extremo. En este viaje a Afganistán quería ver esa realidad que se esconde tras las cifras. Los muertos. Los heridos. Las miserias de la guerra. Lo he querido ver en primera persona... Sin edulcorantes. Sin aditivos. Y os aseguro que es una experiencia que cambia la vida.

En las anteriores ‘Crónicas afganas’ estuve dos semanas empotrado con los marines en la zona de Marjah y recorriendo Kabul, Herat y Bamiyán mezclándome con la población civil- que tiene mucho que decir y muy pocas oportunidades de hacerlo; pero en esta ocasión quería algo especial. Algo que no fuera siempre lo mismo; tiros y más tiros. Aquí pasan muchas más cosas de las que salen en los informativos o en los periódicos pero a las que nadie hace ni caso. Vende más una foto de acción que de un refugiado o un niño llorando porque se muere de hambre...

Por eso, esta vez, decidí pasar dos semanas con los servicios de urgencias de Kandahar para ver este conflicto desde otro punto de vista. Desde la perspectiva de los médicos, enfermeros y pilotos de los Medevacs (Evacuación Médica, en su traducción del inglés) y con los médicos del Hospital Militar de Kandahar, donde son atendidos los policías, soldados y civiles afganos. Espero que en los próximos días disfrutéis con esta otra visión de la guerra; dura, muy dura pero que me ha dado la responsabilidad de contar lo qué es la guerra... Porque venir a Afganistán no es escribir desde tu hotel en Kabul mientras ves la guerra por la CNN... Aquí hay que llenarse las botas de barro y si quieres saber cómo ha ido la jornada sólo tienes que mirar las banderas que ondean al viento que mece el sur del país. Siempre, al caer el sol, las encontrarás a media asta. Llorando por los caídos de una guerra que no hay por dónde cogerla. Porque en Afganistán, todos los días, muere alguien...

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