Crónicas Afganas

Huevos de colores

Desde Kabul.

En el país de los pícaros quién no corre vuela. Y cuando hay hambre el ingenio es el arma más poderosa de los afganos para poder combatirla. Por eso aprovechan cualquier oportunidad para sacarse unos céntimos de euros con los que comprar un poco de pan y arroz para alimentar a los suyos.

Bien lo sabe Zubair. Un granujilla que busca, todas las mañanas, un sitio en el que colocar sus huevos en el mercado colindante al jardín de las mujeres; entre puestos de verdura y frutas. Pero los huevos afganos tienen una particularidad que los hacen únicos en el mundo. Son de color rojo anaranjado. Pero no es que las gallinas de Afganistán sean mutantes- aunque con todas las bombas que les han caído encima...- ni nada de eso. Estos vendedores se encargan de darles una mano de pintura. "En Afganistán tenemos dos clases de huevos: los que vienen de granja y los que vienen de las fábricas del gobierno. La calidad no es comparable y su precio tampoco. Las gallinas de granja están alimentadas con productos naturales mientras que las de las fábricas han sido alimentadas con piensos mezclados con hormonas", afirma el risueño niño.

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 Venderdor de huevos en un mercado de kabul. Foto: A. Pampliega

Los afganos no son muy dados a las nuevas tecnologías y por eso prefieren el sabor auténtico y natural de los huevos que proceden de las granjas. Dicen que el sabor no es el mismo. Los de granja saben a tierra, a campo... mientras que los otros... bueno... los otros digamos que no saben del todo bien.

En cuanto al precio los huevos de granja son ligeramente más caros, 10 céntimos de euro, por los casi seis de los huevos procedentes de las fábricas del gobierno. Es aquí donde entra la picaresca y la pillería. Los vendedores compran los huevos de fábrica a 3 céntimos (directamente en las fábricas), les dan una mano de pintura y los venden a cinco. "Al pintarlos la gente no puede reconocer si un huevo es de granja o de fábrica porque le hemos quitado el color original", esboza una sonrisa mientras afirma que sus huevos provienen de una graja cercana al valle de Bamiyán- donde los talibán volaron los budas gigantescos. Al preguntarle por qué los pinta no duda en responder. "Me gusta más este color que el blanco original. Los huevos son más alegres", vuelve a sonreír.

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