Apuntes peripatéticos

Santiago

Conocen nuestro Jefe del Estado y el líder de la Oposición –tan adictos ambos al patrón nacional– La Vía Láctea de Luis Buñuel? Sería interesante saberlo. Y aun más si, durante el año xacobeo en curso, quienes mandan y cortan en Televisión Española van a poner, aunque en hora intempestiva, la irreverente película del cineasta aragonés. Sería conveniente que lo hiciesen, desde luego, porque de todas las de Buñuel quizás que no hay ninguna tan divertida y tan seria a la vez, tan pletórica de episodios alucinantes y tan reveladora de la inquietud religiosa que nunca abandonó al aplicado alumno, en Zaragoza, de los de San Ignacio (pese a sus protestaciones, hasta la muerte, en sentido contrario).

No podría haber encontrado el Buñuel de casi setenta años un proyecto más atrayente que el de darnos su versión de la mítica romería, que en La Vía Láctea arranca en Fontainebleau y sigue hasta el momento en que llegan a las afueras de Compostela los dos peregrinos y un maravilloso Cristo risueño (cuya madre le ha dicho que, por favor, no se corte la barba porque con ella resulta más guapo). Sólo el calandino hubiera sido capaz de inventar ese fastuoso restaurante de Tours donde maître, camareros y clientes se enzarzan en una discusión teológica en vez de atender el tema gastronómico. O el duelo a espadazo limpio del jesuita y el jansenista. O la aparición de la Virgen ante la mirada extática del cazador.
Aunque es probable que no pisara nunca tierras ibéricas, Santiago "Matamoros" ha dado y sigue dando para mucho. Y si no, que nos lo diga la plana mayor del PP.

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