Apuntes peripatéticos

Hibris

El término (a veces escrito hybris) no figura en los diccionarios españoles que tengo a mano pero, a juzgar por lo que indica al respecto Wikipedia, su uso –ya frecuente en inglés– se va extendiendo por estos andurriales. Para los griegos antiguos, que formularon el concepto, la hibris era una variante de la tara moral luego designada por los romanos superbia (soberbia). Se trataba de un defecto muy grave cuya peor modalidad era considerarse, en algún momento fatal, superior a un dios o los dioses. El castigo en tales casos era fulminante: la némesis. ¡Ojo con la hibris, que puede ser mortal para quien ceda ante la tentación de caer en sus brazos! No faltan memorables ejemplos de sus víctimas en las tragedias griegas, entre ellas Edipo, Sísifo y, quizás el pecador más atrevido de todos ellos, Prometeo, el que intentó robarles el fuego a los divinos moradores del Olimpo, quienes le impusieron un castigo capaz de hacer que cualquiera, recordándolo, abandone para siempre sus veleidades hubrísticas.

Parece ser que el historiador inglés Arnold Toynbee consideraba dicho vicio culpable del colapso de las civilizaciones, de conducirlas a un implacable desmoronamiento. ¿Fue lo que llevó a la ruina al imperio español? ¿Y al británico? Quizás. Irlanda nunca tuvo dominios pero su ingreso en la Unión Europea, decidido muy temprano por referéndum, le abrió las puertas a un bienestar jamás conocido. La hibris hizo luego su trabajo y hubo jactancia desmesurada ante el "milagro" económico. Ahora lo que hay es némesis. No sólo los peces mueren por la boca. También los "tigres celtas".

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