Apuntes peripatéticos

Sacando pecho

No creo que lo haya soñado. Casi estoy convencido de que, en Volver, Carmen Maura le dice a Penélope Cruz, aproximadamente, y con el debido asombro: "Pero, ¿antes eran tan grandes?". Me parecía una hilarante alusión almodovariana a lo que entonces rumoreaba, o asertaba, la vox pópuli, no sé hasta qué punto con conocimiento de causa.

O sea, que las ubérrimas glándulas mamarias de Pe –explayadas liberalmente a lo largo de la cinta– tenían que ver más con una intervención clínica que con un generoso detalle por parte de la Madre Naturaleza.

Sea cual sea la verdad del caso, el hecho es que, según los cánones actuales, sin tetas no hay paraíso. Así lo ha proclamado la exitosa teleserie, así lo confirma diariamente el vomitivo Corazón, corazón, así lo demuestran las revistas de moda. ¡Qué cruz, pues, para quienes las tienen menguadas según lo hoy requerido! ¡Y qué angustia la de las preadolescentes ante el temor de que no les salgan con la lozanía prescriptiva!

Vivimos en la era de la llamada "cirugía estética". Por primera vez en la historia es posible remodelar aspectos del cuerpo en función de lo que se estima deseable. Y no nos puede sorprender que, entre quienes acuden a los médicos del ramo, especializados en corregir las taras físicas, reales o imaginadas, de la clientela, haya cada vez más jóvenes, sobre todo chicas, ni que su edad sea progresivamente menor. Consciente del indudable peligro de la situación, la Junta de Andalucía ha anunciado que va a imponer un examen psicológico previo en tales casos. Está bien. Al paso que llevamos, pronto se considerará aberrante a todo el que no se resigne a eliminar sus "defectos" en el quirófano.

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