Apuntes peripatéticos

Iñaki y sus magníficos

 

Con cada día que pasa noto que me siento más huérfano sin ellos. Se fueron la nefasta noche del 23 de diciembre de 2010 y, como nos han recordado siempre los poetas, las cosas que se van no vuelven nunca.
Bajo la discretísima batuta del mejor periodista del país eran educados, ocurrentes, informativos y mesurados en la discrepancia. Daban una lección, cada lunes a jueves, de saber estar, de respeto al otro, de buen hacer, de honestidad. En una sociedad ruidosamente dividida, debido sobre todo a la cizañera política preelectoral del partido que ustedes saben, el programa emanaba un espíritu cívico solo comparable al ejercido por la inolvidable La Clave de José Luis Balbín, que tanto hizo por la cultura y la convivencia en aquella España que ahora se nos antoja tan lejana.

Javier Valenzuela, Joaquín Estefanía, Ernesto Ekaizer, Luis Solana, Francisco Basterra, José Ignacio Wert... ¡qué despliegue de conocimientos, qué buen rollo, qué risas a veces, qué sabiduría y qué saber escuchar al otro! ¡Y pensar que no los vamos a ver y oír juntos nunca más! Es demasiado.

Y el propio Gabilondo. Sus entrevistas insuperables. Su elegancia. Su elegancia, sobre todo, con los invitados del bando contrario, su negación a sucumbir en su presencia a cualquier tentación irónica, como si quisiera ser ejemplo de lo que representa una oposición leal, dialogante.
Dijo en su despedida que se acababa una etapa importante de su vida, pero que confiaba en tener otra, en volver a vernos. Espero que así resulte, aunque, por desgracia, nada será ya lo mismo.

Más Noticias