Apuntes peripatéticos

¡Silencio!

Me habéis oído? Silencio, silencio he dicho. ¡Silencio!". Adela se acaba de suicidar, al creer que su tiránica madre ha matado con un disparo al hombre amado. Y ahora Bernarda impondrá la "mentira oficial" de que su hija menor ha muerto virgen. ¡Silencio!
Mezclados con quienes acosaron a Federico García Lorca en agosto de 1936 había unos terratenientes parientes suyos del pueblo de Asquerosa (hoy Valderrubio), ofendidos por el rumor de que, en una obra suya aún sin estrenar titulada La casa de Bernarda Alba, se burlaba de ellos. Aquellos tipos, del ala fascista de la CEDA, fueron luego muy activos al ponerse en marcha la brutal represión de Granada. A estas alturas no se puede dudar de su complicidad en la muerte del poeta, hoy el desaparecido más célebre de la Guerra Civil.

Entretanto sigue en el centro de la ciudad el monumento a José Antonio Primo de Rivera, y el PP, que ahora controla no sólo el Ayuntamiento sino la Diputación Provincial, impedirá que se busquen otra vez los restos de Lorca, con el sempiterno argumento de que no hay que remover el odio, que incumbe olvidar el pasado y pensar en el futuro.
¡Silencio! Recordemos, si todo ello nos indigna, que el PSOE, cuando tenía una apabullante mayoría absoluta, no limpió de símbolos fascistas el país. ¿Fue sólo, como acaba de declarar Ramón Jáuregui en una entrevista con la BBC World News, por prudencia? ¿O hubo también cobardía? Sea como fuera, pone enfermo que, en 2011, yazcan todavía en fosas comunes 130.000 víctimas de los sublevados.

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