Apuntes peripatéticos

Nueva Penélope, ¿todavía?

Viendo cómo está el patio he sentido la necesidad de volver durante algunas horas al lado del gran Mariano José de Larra, sobre cuya tumba dejó unas tiernas violetas, en 1937, Luis Cernuda. El poema del sevillano, compuesto en Valencia cuando el país se había convertido ya en inmenso cementerio, rezuma amargura y desesperación ("Escribir en España no es llorar, es morir..."), pero también constituye un canto a la misión redentora de la palabra literaria.

"Nueva Penélope, la España no hace sino tejer y destejer", había estampado Larra cien años antes. Tropo certero, genial. La esposa del ausente Ulises promete a sus múltiples pretendientes, como se sabe, que elegirá a uno de ellos una vez terminado el tapiz. Tapiz que luego deshace cada noche mientras duermen estos. Muchos de los "curiosos impertinentes" que vinieron aquí durante el siglo XIX habrían suscrito aquella comparación. En primer lugar Richard Ford, el más "curioso" de todos ellos, que creía percibir al sur de los Pirineos un fatalismo que hacía imposible el progreso.

Acabo de releer tres de los artículos más famosos de Larra –"Vuelva usted mañana", "El castellano viejo" y "La Nochebuena de 1836"–, y me he reído con ellos de nuevo. Y, también, casi llorado. España ha progresado enormemente desde entonces, como es obvio, pero persisten secuelas de anteriores obcecaciones. Para no seguir tejiendo y destejiendo hace falta, sobre todo, consenso en torno a la educación pública. Veremos si finalmente el PP resulta capaz de propiciarlo en vez de seguir mareando, como siempre, la perdiz.

Más Noticias