Apuntes peripatéticos

Esperpento

El pasado viernes, lo leído en Público y en El País me quitó las ganas de probar el habitual bocado matutino, empezando con la noticia de que el Supremo permite que una denuncia de Falange siente en el banquillo a Garzón y siguiendo con la información no sólo acerca del acoso al juez sino en torno a Jaume Matas, las declaraciones de Mayor Oreja, los clérigos pederastas y sus miserables encubridores.
Materia de sobra para no tener hambre alguna y para evocar, ya más allá de la Guerra Civil de 1936-1939 y la brutal represión posterior, las barbaridades de un siglo XIX en el que cualquier tentativa de progreso era rigurosamente contestada, como hoy, por los reaccionarios de turno y con la Iglesia, siempre la Iglesia, a la cabeza.
El recuerdo de Valle-Inclán se impone y acuden en tropel, una vez más, los terribles exabruptos de Max Estrella en Luces de bohemia: "España, en su concepción religiosa, es una tribu del Centro de África",

"España es una deformación grotesca de la civilización europea"...
¿Es realmente posible que en este país, reincorporado precisamente a Europa, una agrupación de la ultraderecha pueda conseguir sentar en el banquillo a un juez admirado por todo el mundo por su lucha a favor de los derechos humanos? Pues sí lo es, y no puedo impedir que en estos momentos se me vuelva a presentar la imagen del monumento al fundador de la Falange, situado en plena Granada, que se niega a quitar, tercamente, el Ayuntamiento del PP.
Y lo peor es que el esperpento sólo ha empezado.

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