Apuntes peripatéticos

El grano de mostaza

El amigo García Montero, despidiéndose en estas páginas de las olas y del aire limpio de su Rota veraniega, acaba de recomendarnos que, a pesar de "los malos tiempos que corren", no nos permitamos el lujo de "la palidez del pesimismo". Estoy de acuerdo con el poeta (a quien pido perdón por esta burda paráfrasis de sus palabras). Los tiempos que corren son ciertamente malos en muchos aspectos, y pueden ir a peor. Pero si bien uno no se puede sentir optimista ante la situación actual del mundo en general, y de España en particular, de nada sirve hundirnos en el desaliento. Hay que hacer un esfuerzo.

A mí me tocó desde el nacimiento, debido a mi familia protestante, una buena dosis cotidiana de Nuevo Testamento. Allí se hablaba mucho de la fe capaz de desecar una parra con una reprimenda, de producir panes y peces donde no había, o de devolver la vista a un ciego. ¡Y sólo hacía falta, según Cristo, que fuera tan pequeña como un grano de mostaza! "¿Crees que realmente puedo curarte?". Según el Evangelio, Jesús siempre les preguntaba lo mismo a quienes le pedían un milagro. Y cuando le decían que sí, y el milagro se producía, aquel hombre elogiaba su fe e insistía en que sin ella nada habría sido posible. Que se habían curado a sí mismos. Me parecía maravilloso.
Y me lo sigue pareciendo. Aunque, qué difícil cuando viene encima el Indo o el terremoto de turno, real o metafórico, y deja a la gente sin nada. Yo, entretanto, me aferro a mi granito de mostaza a la espera de lo que venga. Y deseo mucho ánimo a todos en este curso que empieza.

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