Aquí no se fía

Las trolas económicas de Rajoy

Mezclando datos y conceptos a su conveniencia, el presidente del Gobierno ha presentado esta semana, en el debate sobre el estado de la nación, un balance pretendidamente exitoso de la política económica llevada a cabo en el último año, que no se compadece con la realidad, al menos en sus grandes enunciados.

 
1.- El control presupuestario. Rajoy anunció que el déficit del conjunto de las administraciones públicas quedó por debajo del 7% en 2012. No especificó cuánto, pero es previsible que desbordara con creces el 6,3% comprometido por el Gobierno ante Bruselas y no digamos ya el objetivo inicial del 4,4%. Además, a ese 7% habría que añadir, en sentido estricto, el coste del rescate de la banca (3% del PIB, frente al 0,48% del 2011), que no se contabiliza porque así lo han aceptado las autoridades europeas. En consecuencia, la mejora sobre el 9,4% que heredó de Zapatero es relativa. Y muy decepcionante en relación con los sacrificios que el Gobierno impuso el año pasado a los españoles para conseguirla: recortes en sanidad y educación, pérdida del poder adquisitivo de las pensiones, subidas de impuestos indirectos como el IVA...

 
2.- El equilibrio del sector exterior. Es verdad que las exportaciones crecieron de forma significativa en 2012 (un 3,8%); pero tampoco es para tirar cohetes: durante el ejercicio anterior, los ingresos por ese concepto habían aumentado nada menos que un 15%. Por otro lado, si bien el déficit comercial bajó un 33% en 2012, ello se debe en buena medida al descenso de las importaciones (2,8%), como no podía ser de otra forma en un país empobrecido y al borde de los seis millones de parados. El Gobierno ha atribuido la mejora del saldo exterior a la mayor competitividad de las empresas españolas, ocultando que es una competitividad basada casi exclusivamente en la rebaja de los costes salariales, cuyos efectos han sido similares a los de una devaluación. En desarrollo tecnológico hemos adelantado poco; entre otras cosas, por culpa de la clamorosa falta de crédito.

 
3.- La recuperación de la confianza internacional. El presidente se vanaglorió de haber devuelto a los mercados la confianza en España. Aseguro que, cuando llegó a la Moncloa, nadie daba un duro por nosotros y que ahora, en general, todo el mundo le augura un futuro prometedor. Sin embargo, el principal indicador de la confianza en un país –la prima de riesgo– señala justamente lo contrario. Después de haberse suavizado en los últimos meses debido a la amenaza de intervención del Banco Central Europeo, ahora se mueve en torno a los 350 puntos básicos, frente a los 330 en que la dejó Zapatero. También ha empeorado nuestra posición relativa respecto a otros miembros de la eurozona que atraviesan serias dificultades económicas, como Portugal e Italia

 
4.- El éxito de la reforma laboral. Bien que con un tono más comedido que en ocasiones precedentes, Rajoy volvió a sacar pecho con ella, pues dice estar convencido de que impulsará la creación de empleo cuando España salga de la recesión. Será entonces, porque hasta ahora ha actuado como una auténtica arma de destrucción masiva de puestos de trabajo. Los últimos datos oficiales revelan que, desde su entrada en vigor hace un año, los ERE han aumentado un 70% y los de extinción, en concreto, un 30%. Eso ayuda a explicar que en 2012 desaparecieran más de 800.000 empleos, tanto como la suma de 2010 y 2011. Por no hablar, claro está, del empeoramiento de las condiciones de los despidos colectivos, gracias a las nuevas facilidades dadas a los empresarios, que ya ni siquiera necesitan ponerse de acuerdo con los sindicatos para tramitarlos.

 
5.- El apoyo a pymes y autónomos. Rajoy se comprometió a aplicar una medida incluida en su programa electoral y a la que ya aludió en el debate de investidura. A partir de 2014, las pymes y los autó-nomos no tendrán que adelantar a Hacienda el IVA correspondiente a las facturas incobradas. Suponiendo que el presidente sí cumpla esta vez su palabra, eso supondrá un alivio cercano a los mil millones de euros, sólo con el caso de los autónomos. Lo triste es que muchos de ellos ya no podrán disfrutar la medida, porque han sido incapaces de superar la situación vigente todavía. Sólo en el último trimestre de 2012, se dieron de baja en la Seguridad Social la friolera de 55.000 autónomos, lo que no constituye ningún timbre de gloria, sobre todo bajo el mandato de un partido que se presentó a las elec-ciones con la promesa de poner "alfombra roja" a los emprendedores. Cuántos de esos autónomos se podrían haber salvado si el adelanto del IVA se hubiera suprimido antes, es algo que ya no podremos saber nunca.

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