Aquí no se fía

Los verdaderos frutos de la reforma laboral

Con el desparpajo propio de los cínicos o de quienes se creen sus propias mentiras, Rajoy ha dicho esta semana, con motivo de la publicación de los últimos datos de paro registrado, que las reformas emprendidas por el Gobierno están empezando a dar sus frutos. Se refería, obviamente, a la del mercado laboral, que ha dejado el destino de los trabajadores en manos por entero de los empresarios, cuyas facilidades para despedir rápido y barato son ahora bastante mayores que las existentes, sin ir más lejos, en la época de Franco.

Esas facilidades han sido aprovechadas a conciencia por sus únicos beneficiarios, lo explica que, desde la entrada en vigor de la reforma en febrero de 2012, se haya destruido en España una cifra cercana al millón de puestos de trabajo. El uso intensivo de las nuevas condiciones para la extinción de contratos ha dado lugar a situaciones tan irritantes como que las empresas del Ibex 35 hayan prescindido de un 8,8% de sus plantillas (120.000 personas) durante el primer semestre del presente año, mientras sus beneficios crecían más de un 25%.

La reforma del mercado laboral, diga lo que diga Rajoy, no ha servido para generar empleo, porque además no fue concebida para eso, sino para que las empresas tuvieran en un puño a su personal, después de privarles en buena medida de la protección de los sindicatos. Gracias a ello, hoy no hay impedimento alguno para echar a alguien y sustituirlo por otro con menos derechos, porque se ha instalado la cultura del miedo entre la inmensa mayoría de los trabajadores españoles, que son conscientes de su actual vulnerabilidad.

Los propios datos del paro registrado resultaban concluyentes sobre la creciente pérdida de calidad del empleo: cuatro de cada diez contratos firmados en septiembre eran a tiempo parcial; es decir que ni siquera cubrían la jornada completa. Por no hablar, claro está, de la lacra de la temporalidad, que afectaba al 90% de los casos, pese a que uno de los supuestos fines de la normativa impuesta por el Gobierno del PP era atenuar sensiblemente esa inaudita desproporción, si no acabar con ella.

Otro efecto de la reforma laboral ha sido una rebaja general de los salarios, con la que miles y miles de españoles han transigido mansamente desde que estalló la crisis económica, abducidos por la teoría del mal menor. Eso se ha traducido en una disminución de la renta disponible de las familias, que ha retrocedido al nivel de 2005, según se desprende de los resultados de una encuesta hecha pública anteayer por el Instituto Nacional de Estadística.

Hablar, por tanto, de los frutos de la reforma laboral, como ha hecho Rajoy esta semana, constituye un insulto en toda regla a la inteligencia; salvo que con ella se pretendiera que cada vez trabajasen menos españoles y los que estuvieran trabajando lo hicieran en peores condiciones. Si era ése el objetivo -y no faltan motivos para la sospecha–, entonces sí que está cumplido de sobra; pero desde hace tiempo, no ahora.

.
Puedes seguirme en Twitter: @vicente_clavero

Más Noticias