Aquí no se fía

Una reforma fiscal para los de siempre

Si algo ha demostrado Rajoy en los dos años y medio que lleva gobernando es un absoluto desprecio por los compromisos electorales y una descarada propensión a favorecer a los de siempre. En materia fiscal, su trayectoria no deja lugar a dudas: ha subido los impuestos en contra de lo que prometió, y ahora que parece decidido a bajarlos quiere dar una alegría a las rentas más altas.

La idea del Ministerio de Hacienda es reducir del 52 al 48% a partir de 2015 el tipo marginal máximo del IRPF, que recae sobre los contribuyentes con ingresos anuales superiores a los 300.000 euros. En el supuesto de que se hiciera de golpe, la rebaja permitiría ahorrar a cada uno de ellos al menos 12.000 euros cuando llegue el momento de hacer la correspondiente declaración en la primavera de 2016.

Para que el plato sea menos indigesto, el Gobierno baraja aderezarlo con un recorte del tramo inferior de la escala del impuesto, siguiendo las recomendaciones que hizo el comité presidido por Lagares. El informe de los sabios proponía restar "cuatro o cinco puntos" del 24,7% actual, pero el efecto en el bolsillo de los beneficiados por la medida sería sólo de 885 euros al año en el mejor de los casos.

Lo de favorecer fiscalmente a los de siempre no es cosa de Rajoy, sino que forma parte del modus operandi del PP allí donde gobierna y muy especialmente en algunas autonomías. En Madrid, por ejemplo, una renta de 300.000 euros anuales tributa 133.559 por IRPF, un 7% menos que en Andalucía, mientras que la diferencia en la parte baja de la tabla es de sólo el 3%.

Este agravio comparativo, más irritante si cabe viniendo de un partido que se dice defensor de las clases medias, puede hacerse extensivo a otros impuestos, como el del Patrimonio y el de Sucesiones. En Madrid, no se aplica el primero de ellos y el resto de las comunidades del PP tienen fijados tipos mínimos, salvo Galicia y Extremadura, región ésta última donde los populares necesitan el apoyo de IU.

Por lo que se refiere a Sucesiones, hay ejemplos que hablan por sí solos: un soltero de treinta años que herede 800.000 euros paga 1.586 en Madrid, cien veces menos que en Andalucía o Asturias. Lo cual ayuda explicar que luego Ignacio González tenga que emprenderla a hachazos con los servicios sociales, incapaz de sufragarlos después de tanto bocado a la recaudación.
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