Aquí no se fía

La mercromina de Rosell y otras obscenidades


Carlos Solchaga, siendo ministro de Economía con Felipe González, alardeó una vez de que España era el país donde se podía "ganar dinero más rápidamente". Aunque no se prodiga en la prensa, Solchaga realizó no hace mucho unas sonadas declaraciones. ¿Acaso pidió perdón porque aquellas palabras fueron una obscenidad, puestas en boca de un destacado dirigente del partido socialista? Para nada. Lo que hizo fue alabar la catastrófica reforma laboral de Mariano Rajoy, que Pedro Sánchez tiene prometido derogar.

Francisco González, presidente del BBVA, cobró más de 10.000 euros diarios (insisto: diarios) durante 2015, sin contar la retribución diferida, que percibirá en 2019 y que suma otros dos millones. El banco publicó la semana pasada un estudio con propuestas que han dado mucho que hablar. ¿Se incluía entre ellas un aumento de los impuestos a los que más ganan, para reducir las desigualdades? No, en absoluto. Lo que dice el estudio es que convendría acortar las prestaciones por desempleo cada vez que la economía vaya mal.

Gerardo Díaz Ferrán, antes de dar con sus huesos en la cárcel por la quiebra de Viajes Marsans, aseguró que sólo se saldría de la crisis a base de "ganar menos y trabajar más". Su sucesor al frente de la CEOE, Juan Rosell, salió a la palestra el miércoles tras un encuentro con empresarios. ¿Lamentó, quizás, que la receta de Díaz Ferrán sólo haya servido para hacernos más pobres? Ni lo sueñen. Antes bien, recomendó a quien gobierne tras el 26J que acometa nuevas reformas, "de las que duelen, pero curan", igual que "la mercromina".

Si he de serles sinceros, a mí todo esto no sólo me irrita, sino que me da muy mala espina. Es como si se hubiera puesto en marcha una maquinaria que pretenda llevar al ánimo de los ciudadanos que nada bueno nos espera, ni a corto ni a medio plazo. Como si nos estuvieran preparando el cuerpo para una reedición de las dolorosas políticas que con tanto ahínco aplicó el PP hasta hace un par de años. Recortes, pérdida de derechos laborales... En fin, la "mercromina" que todos ustedes conocen bien.

El pretexto para hacerlo ya se pueden imaginar cuál es: la tozuda resistencia del déficit público, que sigue en niveles muy altos a pesar de los hachazos al gasto, entre otras cosas por culpa de las rebajas de impuestos que Rajoy acometió en el último tramo de su mandato, con el único propósito de congraciarse con el electorado. El presidente en funciones ha querido un imposible: soplar y sorber a la vez. Y el pato no lo van a pagar ni  Solchaga, ni Francisco González, ni  Rosell.

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