¿Cuándo debe dimitir un político llevado a los tribunales? ¿Cuando es imputado? ¿Cuando es procesado? ¿Cuando es condenado en primera instancia? ¿Cuando lo es por el Tribunal Supremo? ¿Cuando lo confirma el Tribunal Constitucional? ¿Cuando resuelva el Tribunal Europeo de Derechos Humanos? ¿No caben excepciones? ¿Todos los casos son iguales como para tomar la misma decisión en los mismos momentos? ¿Deben los partidos ponerse de acuerdo para que todos lo hagan en el mismo momento? ¿Es ello posible? ¿Son tan honrados  como para adoptar esto conjuntamente?

 ¿Y si luego absuelven a quien haya dimitido o haya sido destituido? ¿Es posible recobrar la situación anterior, profesional y personal? ¿Recuperan su crédito ante los ciudadanos o quedan marcados?

 ¿Son los jueces decididores de la política? ¿Tan putrefacta está la vida pública? ¿No son capaces los partidos de no judicializar  permanentemente la política? ¿Son honrados los jueces, la mayoría designados por los políticos o haciendo méritos ante ellos? ¿Existe un sistema mejor para dirimir estas cuestiones? ¿Quiere ello decir que no bastan la decencia y la ética? Si hemos decidido que sean los jueces, de carne y hueso y sometidos a control y garantías, quienes interpreten las leyes y actuaciones, no pongamos constante y frívolamente su trabajo. Los medios de comunicación deberían ser cuidadosos y no sentenciar por su cuenta sin bases sólidas de conocimiento de la causa.

 Entretanto, mi opinión es que los políticos deben apartarse o ser apartados de sus cargos en el momento en que se abra juicio oral, es decir, cuando se acuerda que se les va a juzgar, que es cuando se debilita la presunción de inocencia. No antes, pero tampoco después. Por eso creo que Camps ha hecho bien en no dimitir. Pero, al contrario, produce asco que, habiendo sido condenados el diputado del PP Uriarte que conducía bebido y Rollán, mano derecha de Tomás Gómez inhabilitada por ocho años, los partidos se traen un juego entre ellos y los han indultado para que continúen en sus actividades.

 Todo clama por las listas abiertas, inútil queja.