Puntadas sin hilo

Paro juvenil

 

Por las sórdidas fuerzas de la derecha se plantea como un drama de neoemigración y fuga de cerebros lo que no es sino motivo de fiesta ante el trabajo en el extranjero de jóvenes cualificados.

Los jóvenes van a Berlín o Londres con igual facilidad que a Cuenca, hablan idiomas, y las becas Erasmus han sido su pasaporte para la integración. España ya no es la del subdesarrollo y estos trabajos son un premio y no una dolorosa huida.

Cuestión distinta es el problema del paro juvenil en general.

La verdadera causa es que en España no se ha hecho la revolución industrial ni científica ni tecnológica. Seguimos siendo un país de albañiles y camareros.

Una segunda causa es que los  adultos no abandonan sus puestos, las empresas no quieren más trabajadores con el fenómeno de los ordenadores, y cada día hay más jóvenes dispuestos a trabajar.  Aparte de nuestra dependencia de si las multinacionales de turno se quedan o se van, y el paro al que se ven sometidos trabajadores especializados de la construcción, como arquitectos o ingenieros.

Conviene precisar, no obstante, que el paro juvenil en España es proporcional al de los países de la UE. En ésta, el paro es del 9,9% y el juvenil del 20%; en España, el juvenil es del 40% y el general llega al 20%.

Es también necesario señalar que algo de culpa tendrán los propios jóvenes, con los ninis floreciendo, sabiendo poco o nada, gran abandono escolar, y que muchos desean que se lo den todo hecho.

Lo que está haciendo el Gobierno son parches, como el inminente Plan de choque.

Significar que esto no parece asunto prioritario de Rajoy, a juzgar por sus recientes propuestas.

Finalmente, defender que solo un Pacto de Educación, nunca logrado, será lo único que ayude a los jóvenes  a salir del marasmo, al igual que es exigible un Pacto amplio contra la crisis. El paro juvenil, cualificado y no, está integrado en al problema general del paro. Ya lo dijo el tonto Abundio: a menos crisis, menos paro en todos los órdenes.

Con la codilla de que no es justo olvidar el drama que también sufren los no jóvenes en paro, de 40 a 45 años en adelante, y que ya no los contrata nadie.

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