Puntadas sin hilo

El faisán pierde plumas

 

1.    Nadie puso nunca en duda que se había producido un chivatazo, soplo o delación a los etarras.

2.   En buena lógica, tal filtración procedería del ámbito de la policía, directamente desde el Ministerio del Interior o bien desde sus extensiones vascas.  Aunque también cabría la posibilidad de que hubiera sido alguien informado, pero ajeno.

 3.   Asimismo, la operación de detención no se llevó a cabo porque la juez francesa Levert así lo decidió por no llegarle a tiempo y debidamente traducidos los documentos pertinentes.

 4.   También en buena lógica, es facilísimamente comprensible que el muy experto autor de la filtración tomaría las medidas necesarias para que no fuese descubierta su actuación.

 5.   Existen decenas de miles de delitos cometidos en España archivados o sobreseídos provisionalmente por ser desconocidos sus autores.

 6.   Es muy destacable  que todos los terroristas vinculados, todos, fueron detenidos en el siguiente mes a los hechos, fueron encarcelados y así están a la espera de juicio.

 7.   La investigación del asunto aún no está terminada, pues el juez todavía no ha dado a conocer su decisión final, que, como todas, estará sujeta a recurso ante la Audiencia Nacional.

Pero es evidente que el faisán ha perdido parte de sus plumas al haber decretado el juez que no es necesaria la declaración del secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, ya que analizadas las llamadas de y a su teléfono móvil resultan irrelevantes.

 8.   Siempre lo estuvo, pero, para desgracia de las sórdidas fuerzas de la derecha mediática y política, Rubalcaba es ajeno a las sospechas y acusaciones lanzadas en su contra por tales medios.

 9.   Es de esperar que el Partido Popular ya no haga las enésimas preguntas que iba a formular el próximo miércoles en la sesión de control al Gobierno.

 10.  No es de esperar   que los medios de comunicación autores de las acusaciones tengan la hidalguía y la decencia periodística de rectificar. Es de esperar, por el contrario, que busquen nuevos caminos hasta que la verdad inventada por ellos sea la verdad. Es su costumbre.

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