Puntadas sin hilo

¡Inocente, inocente, inocente!

 

 

Yo creo que el verdadero delito del presidente de la Comunidad valenciana, Franciso Camps, es su relajamiento moral en el cargo. No creo que en la aceptación de los trajes fuese consciente del delito de cohecho.  Es algo muchísimo más grave: hacer y deshacer a su antojo, cual virrey de las Indias valencianas.  Es el ambiente generado de impunidad tanto para él como para sus colaboradores.  Es algo mucho más profundo que la peculiaridad festiva de un delito, es la concepción de un sistema corrupto de gobierno, es no rendir cuentas nunca, es mofarse de la oposición, es malinformar en su televisión patrocinada, es considerar inanes a los valencianos y conseguirlo, es el misterio, es el silencio, es el nepotismo barato, es no quedarse él con un céntimo pero no impedir que otros medren sin justeza.  Es el abuso de poder, es el constante fraude de ley, es crear en la sociedad valenciana una falsa creencia de la honorabilidad y de la democracia, es mentir a los ciudadanos y al parlamento, es algo mucho más serio y trascendente que la comisión de un delito, es la degeneración política.  Por ello, da igual que haya dimitido o no, da igual que lo condenen o no.  Es la falta de humildad lo que le ha perdido, es la soberbia de un elegido no se sabe por qué divinidad.  Ocurra lo que ocurra , es el ocaso definitivo de un dios pequeño y moralmente cutre que dice que es inocente, inocente, inocente y se sacrifica.  Él mismo se ha dado una puñalada trapera y repugnante en su corazón y en su alma sin conciencia.

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