Puntadas sin hilo

Monarquía y vida

Con repugnante y grimosa adulación, compartida por todos los asistentes al acto de conmemoración de la Constitución llamada La Pepa, el señor Rajoy afirmó que ve a la monarquía ‘más viva que nunca’. Justo cuando agoniza para una buena parte del pueblo. No hay nada como el pasado para defender lo inútil.
También se apoya en La Pepa el señor Rajoy para justificar las reformas con las que está acosando a los ciudadanos. Se apoya en La Pepa, pero no en la actual Constitución, como debería hacer si fuera buen gobernante que no necesitase acudir a excusas banales. Tal vez por eso ayer mismo su ministro Montoro dijo que el Gobierno no hará la ‘vida imposible’ a los más débiles, teorema que ni Pitágoras sería capaz de enunciar, y como si fueran los dueños y señores de nuestras vidas. ¿Contra quién han ido y van, si no, las reformas decretadas hasta ahora? Encima nos toman por estúpidos. Podría leerse el señor Rajoy los artículos constitucionales vigentes referidos a vivienda, justicia, separación de poderes, ley electoral y demás. Incluso el referido al derecho de huelga, aunque el jefe de la patronal señor Rosell se permita decir que ‘un grupito’ no puede paralizar todo el país. Sabe que juega con la desesperanza y el temor de la gente, pero veremos.

Debería saber también el señor Rajoy que existen novedosas corrupciones, que no son otras que las privatizaciones, encubiertas o no, que está llevando a cabo, por ejemplo en Sanidad con la construcción, gestión y propiedad de los hospitales. Una nueva y gran forma de corrupción que tratan de disimular.
Debería saber que ha hecho la reforma laboral más criminal de toda la historia de España y desde mucho antes de La Pepa.
Debería saber que la monarquía suscita dudas, que los ciudadanos recelan de sus gastos y posibles dispendios, que las nuevas generaciones quisieran que algún día próximo se someta a consulta si está viva y la legitiman, o es de por vida una añagaza impuesta a los españoles, defendida por el señor Rajoy como parte de su concepción de la política, del poder y del Estado. Democráticamente, no se puede permanecer en la indecisión perpetua. Un buen gobernante demócrata es alguien que aclara las dudas de los ciudadanos.

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