Puntadas sin hilo

La útil, y bella, inutilidad de la protesta

¡Qué gran desacierto ha cometido el 15-M por no desalojar la Puerta del Sol a las cinco de la mañana al primer requerimiento de la Policía! La ola de simpatía de gran parte de los ciudadanos se ha visto empañada por ello. Los ciudadanos no quieren acampadas.
Sé que escribir que el indudable éxito de las manifestaciones de ayer del 15-M no inquietan un ápice al Gobierno ni se resiente lo más mínimo en sus expectativas me llevan a recibir ásperas críticas. Pero es lo que creo.
Y sin embargo se perfilaron dos Españas más: la bastante numerosa de los asistentes y proclives, y la España indolente y ajena, la de quienes dicen o piensan ‘lo mejor es no meterse en líos y aguantar como su pueda, algún día lo arreglarán’. Lo que realmente causa desconsuelo es que los españoles estaban levantando las orejitas y con la hecatombe económica se las han cortado y ya nunca será como antes. Unos se rebelan más o menos indignados, y otros lo aceptan al no considerarse actores de la Historia.

Estos muchachos, y no tan muchachos, del 15-M son encomiables porque mantienen encendida la antorcha de la protesta. La útil, y bella, inutilidad de la protesta. Por eso, más que esa manida dicotomía de izquierdas o de derechas, los españoles pueden dividirse entre los que protestan y los que no. Protestar es la vida, lo que le da sentido. Más que conseguir el objetivo de la protesta. No son ni de derecha ni de izquierda, son simplemente jóvenes. Protestar, aunque seas viejo, es el bebedero de la juventud. Por eso en el PP son todos viejos a secas, por eso en el PSOE son viejos por haber dejado de protestar. Solo protesta coherentemente Izquierda Unida, aun saliéndose de madre en algunas pretensiones. Por eso no son viejos ni jóvenes quienes están voluntariamente fuera del juego político.
Ése fue el gran éxito de ayer. No consiguieron acampar, ni falta que hacía, pero quebraron los horarios impuestos. Continúan siendo una nebulosa, pero han hecho patente que se puede y debe protestar sin violencias ni guillotinas. El hombre es el único animal que tropieza diez o quince veces en la misma piedra política, sobre todo si es de izquierdas. Estos chicos han demostrado que la revolución no es la solución, sino que ésta reside en entenderse dentro de un espectro ideológico abierto. Los jóvenes entre sí, y las izquierdas y menos izquierdas entre ellos. Sin quererlo han reivindicado el valor del voto, la única revolución posible. Sirvan PSOE e IU de ejemplo en Andalucía y Asturias. Lo demás son fuegos de artificio de francotiradores del desacuerdo, irresponsables libertarios o visionarios de lo quimérico.
Grandes méritos, pues, del 15-M en toda España que no quieren poner la casa boca arriba, sino adecentarla sin tabúes. No se le puede pedir más a un movimiento asambleario. Por favor, no dejen de empujar.
A propósito: ¿dónde estaban los cinco millones y medio de parados, los ocho millones de pensionistas machacados, dónde estaban todos aquellos a los que les han cortado las orejitas?

Más Noticias