Puntadas sin hilo

Las primas de La Roja

Por supuesto que tienen todo el derecho, si ganan la final de hoy, a cobrar los 300.000 euros acordados para cada jugador, más técnicos, y seleccionador Del Bosque que normalmente cobra el doble, aunque no se entienda el porqué. Que se unen a los 150.000 para cada uno ya ganados por haber llegado a la final, imagino que también el doble para Del Bosque. Un 20% más que en la Eurocopa anterior, pero la mitad de los 600.000 por barba como campeones de la Copa del Mundo, que les da derecho a llevar en la camiseta y encima del escudo de España esa estrellita dorada, con cierta resonancia militar. O sea que muchos de ellos llevan cobrados solo por estas tres partidas cerca de dos millones de euros, merecidos porque se lo curran. Y ello es una ganancia liviana para unos jugadores que en su vida deportiva alcanzan entre los 50 millones y los 100 millones, o más, y si no que se pregunten a Casillas o Xavi Hernández.
Pero es justo decir que el erario español no pone cantidad alguna. Las primas provienen de la Federación Internacional, y así, en la Eurocopa, la Federación Española obtiene más de 20 millones de euros por participar y por partidos ganados o empatados. Mientras que las famosas primas de la final no alcanzan los 10 millones en total. Negocio redondo, pues, para la Federación Española.
Y sin embargo, en mi opinión, causa un efecto deplorable que las cobren estando en los tiempos que estamos. Por eso lo que se critica es que no tengan el detalle solidario de la renuncia o al menos de la rebaja para aliviar necesidades de algunos españoles. Hubiese sido una hermosa forma de solidaridad. A lo que no tienen derecho, teniéndolo pleno al cobro, es a que encima los consideremos héroes, ganen o pierdan, pues en cualquiera de los dos supuestos ya están preparados los festejos de celebración. Cómica celebración, si perdieran, la de celebrar la derrota, que Dios y Rajoy no permitan que ocurra, aunque el segundo tenga que compartir palco con un dictador. Como dijo en su momento el campeonísimo de Fórmula 1, el brasileño Ayrton Senna, el segundo es primero de los perdedores. Pero en fin, todo sea por La Cibeles y el dueño de ese autobús sin techo en el que se pasean por las calles de la ciudad, saludando y mostrando la copa. Aún no se sabe si la ofrecerían a la Virgen de la Almudena en su catedral, como es costumbre, pues tampoco se sabe todavía si a Rouco ya le ha dado tiempo a limpiarla de la suciedad que hayan podido dejar los desahuciados de sus viviendas encerrados en el templo, y desalojados por los antidisturbios merced a aviso y ruego del cardenal, olvidados tiempos de acogida de la Iglesia a gentes en problemas.

Los defensores de las primas alegan que por qué estos deportistas van a tener que renunciar a sus ganancias y Botín o tantísimos ejecutivos multimillonarios o esos que han metido el pufo de las preferentes, no. Existe una diferencia: a esos ejecutivos no los consideramos héroes ni nos sentimos patriotas con sus hazañas. Incluso deseamos meterlos en la cárcel. Mientras que si Casillas le para un penalti a Pirlo tras la prórroga si la hubiere, ¿quién se va a acordar de los 300.000+150.000 euros y no lo considerarán un héroe que rescata nuestro orgullo patrio, fuegos artificiales, clamores, bocinas de coches y agitar de banderas en la noche y calles de las ciudades?
Deben cobrar, pero quizás no tanto, donen o no. Son unos trabajadores por cuenta ajena maravillosamente retribuidos con primas por beneficios. Pero no más. Porque si no cobraran y no fuera obligatorio, ¿cuántos jugadores acudirían gustosos a la llamada del Seleccionador?

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Hoy no hay gotas porque no ocurre nada en el mundo que no sea fútbol.

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