Puntadas sin hilo

Los sanfermines de la política

Se están celebrando estos días los tradicionales encierros de la política. Tras el chupinazo de Europa, que dice que este año no habrá dinero para los bancos, la manada de los recortes arrolla a los corredores, hiriendo a cinco millones y medio. Muchos se tumban en los adoquines y se tapan la cabeza, pero aun así los toros de las reformas les magullan los cuerpos y las economías. Están siendo largos y peligrosos los encierros de este año. No hay quien se atreva a darle en el lomo a ningún toro con un periódico enrollado ni con el Boletín Oficial del Estado. Los menos valientes ven la carrera de los astados desde los balcones engalanados. Mientras tanto, están conectados con sus agentes de Bolsa y asesores de la estafa fiscal. Los toros tienen nombres apropiados: el toro Recesión, el toro Bankia, Primo de Riesgo, Deuda soberana, Dividendo y Preferente, todos pesando más de 600 kilos.

Cuando entran en la plaza, un clamor de carajillo los recibe. Este miércoles, en la plaza de toros del Congreso, el diestro Rajoy, Carnicerito de Pontevedra de sobrenombre, se encierra con seis morlacos de dar explicaciones, ante las atentas miradas de los aficionados-diputados de uno y otro tendido. Arriba en la grada, los mineros, que serán desalojados por el Presidente de la corrida, señor Posada. Asisten al maestro, el picador Guindos y el monosabio Montoro. El banderillero Rubalcaba, después de poner un par fallido, es posible que se corte la coleta allí mismo en el escaño-burladero. La espontánea Rosa Díez salta al ruedo y pega un par de derechazos que arrancan olés, pero rápidamente las fuerzas de seguridad la sacan del coso. En barrera, los hombres de negro recién llegados, Angela Merkel, a quien se supone el diestro brindará los seis toros, y el Presidente del Banco Central Europeo. Rajoy recibe a puerta gayola al primero, que le empitona por los bajos, sin darle tiempo para la tanda de naturales de la mentira que traía preparados. Los subalternos le llevan a la enfermería, al lado de la capilla adonde había encargado que le llevaran una imagen del Apóstol y una copia exacta de su nuevo libro de cabecera, el Códice Calixtino. Se acaba la corrida por no existir Sobresaliente. No obstante el respetable le aclama y le llevan las dos orejas y el rabo, mientras le operan de terror.

Los encierros continúan a la mañana siguiente, y los toros siguen pisoteando y humillando a los ciudadanos. España es una Fiesta, que lleva luto por la pobreza, mientras doblan las campanas, todos sabemos por quién. A Carnicerito le dan el alta. No se entiende por qué al respetable le llaman respetable.

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