Puntadas sin hilo

Todos somos unos indecentes

Estoy hasta los cojones de la legalidad.

Estoy hasta los cojones de que se diga que las leyes se pueden cambiar, pero no se cambian.

Un hombre se ha suicidado en Granada ante la inminencia de desahucio de su vivienda por impago.

A este hombre ya le da igual que cambien o no las leyes.

Un grupo de personas llevan durmiendo varias noches al raso delante de Bankia en un intento de evitar el desahucio de 50 familias amenazadas de ello por el tristemente famoso banco. Bankia replica que no negocia con colectivos, y los acampados deben continuar durmiendo en la calle.

En los pasados cuatro años se han llevado a cabo 350.000 desahucios. Últimamente, 517 cada día. Cada día.

Varios jueces han hecho un estudio de la procedencia de esta figura del desahucio. Han llegado a la conclusión de que la banca juega con ventaja, que se aprovecha de ¡una legislación de 1909, mal reformada en el año 2000!, practica malas artes comerciales, vende productos financieros engañando y sin valorar las posibilidades reales del deudor.

Y proponen medidas que alivien la desgracia de estos atribulados ciudadanos: que las ayudas a los bancos se extiendan obligatoriamente a esos clientes, que los jueces a la hora de dictar sentencia puedan tener en cuenta las desgracias familiares, las situaciones de paro, los accidentes de trabajo, las enfermedades persistentes.

El Consejo General del Poder Judicial ha archivado el informe sin debatirlo.

¿Pero cómo podemos permanecer impávidos ante estas tropelías y villanías sociales? Hoy ya no será noticia el ahorcado de Granada. ¿Cómo es posible que aun a regañadientes aceptemos estas brutales crueldades de los bancos que tenemos que rescatar de sus desastres de gestión? ¿Cómo toleramos y votamos a un Gobierno, cualquier Gobierno, que no tiene la voluntad de paliar tales desmanes y aplicar todos los muchos resortes legales existentes?, ¿cómo no se les cae la cara de vergüenza a todos los responsables pasados y actuales de Bankia, que impertérritos consienten que a los ciudadanos en desgracia los despojen de sus viviendas mientras ellos disfrutan de sueldos y complementos de fábula, van a misa o navegan en yates?, ¿qué jueces son éstos que no se constituyen en intérpretes generosos y solidarios de la legalidad, pero bien que se unen para reclamar sus días libres y demás recortes, como han tenido todos los ciudadanos?, ¿de verdad que Rajoy puede dormir tranquilo en su almohada de plumas sin intervenir en el asunto?, ¿sobre qué conciencias cae la muerte del trabajador de Granada?, ¿cuántos suicidios son necesarios para que todos nos soliviantemos más de un minuto o ni eso? El drama de la vivienda es espantoso, con cinco millones de pisos vacíos, pero pasamos en volandas sobre él, convirtiéndolo en un tema recurrente y sin interés, ¿qué es de esas familias desahuciadas, a dónde van, cómo viven ellos y sus hijos?

Ayer nos ahorcamos todos en Granada, y la flor de la mandrágora dejó caer unas gotas de revolución y contestación social. Solo si prenden dejaremos de ser todos unos indecentes. Sí, es sentimentalismo barato. Es el sentimentalismo de decir que estamos todos hasta los cojones de la legalidad y de las leyes que no quieren cambiar.

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Gota RELATIVA: Amancio Ortega, dueño de Zara, dona 20 millones de euros a Caritas. Su fortuna es de 38.000 millones de euros.

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Gota del EMPLEO: El paro supera el 25%. ¿Es usted uno de los 5.778.100 españoles que quieren trabajar y no pueden? ¿A qué cree que se debe, qué se puede hacer?

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