Puntadas sin hilo

La unidad de España y otras cuestiones

En el artículo de ayer se plantearon 24 preguntas, que los comentaristas contestaron generosamente y sin estridencia alguna.

En sucinto resumen se puede destacar que muy mayoritariamente los comentaristas están a favor de la unidad de España siempre que sea voluntaria por todas las partes.

Todavía más mayoritariamente están a favor del derecho a decidir de los ciudadanos catalanes, así como vascos y cualquier otra comunidad que lo solicite.

Con la misma importantísima mayoría estiman que tienen derecho a la independencia si lo creen conveniente.

No ven fácil sustituir el sistema capitalista en el que estamos inmersos, aun siendo deseable; son casi unánimemente contrarios a la Monarquía y se inclinan por una República; masivamente abogan por reformar la Constitución, sin precisar en general en qué puntos: opinan que el PSOE está en una pésima situación y sus directivos deberían dimitir; entienden que no se está llevando a cabo una política correcta para salir de la crisis; casi unánimemente son partidarios de denunciar los Acuerdos con la Santa Sede; creen que los políticos en general cobran demasiado, especialmente los alcaldes; no tienen inconveniente en que los bancos quiebren aunque sería mejor nacionalizar a los que necesiten ayuda; ven escasas posibilidades de éxito y de gestión política de anarquistas y abstencionistas; alguno opina que no existe crisis económica sino que existe distribución injusta de la riqueza; también matizan que el PSOE no es de izquierda en lo económico pero sí en los referente a las libertades; y sobre todo se cachondean con la afirmación de la ministra Báñez de que ya se está saliendo de la crisis, con un 25% de paro, y creciendo, como incluso le contesto el presidente gallego y correligionario político Núñez Feijóo. Ven complicado, pero deseable que la izquierda se una.

Ciñéndonos a las cuatro primeras preguntas, ¿qué hacer, pues, con España y su unidad, qué hacer con Catalunya? En mi opinión, que no vale más que ninguna de las de ustedes, debo decir que hasta hace bien poco yo era partidario acérrimo de la unidad inquebrantable de España, pero que ahora la veo quebrantable. Creo que antes o después, y más bien antes, el Gobierno central no tendrá más remedio que permitir la celebración del referéndum sobre el derecho a decidir. Si en ese referéndum el pueblo catalán no se inclina por ese derecho, debería olvidarse del tema por mucho tiempo, pero si muy holgadamente vota a favor, creo, y esto es lo decisivo y sería lo prudente, que la independencia sería un hecho, debiendo cambiarse la legalidad existente. Pienso que el fervor nacionalista- independentista de los catalanes, equivocadamente o no, tiene ahora una pujanza tan fuerte como Sandy, y no se arredrarán por los malos augurios económicos que les aguardan, sea dentro o fuera de Europa. Frente al sentimiento y voluntad prácticamente unánimes no habría fuerza coactiva ni legalidad que lo detuviese, aunque se diga y con razón que el sujeto constituyente y por tanto decisorio son todos los españoles y no solo los catalanes. Personalmente me entristecerá, pero, por supuesto, lo respeto.

Preveo que Euskadi seguirá, los mismos pasos pero la España así cercenada continuará. No creo que las fuerzas tradicionales e irredentas de la sagrada unidad consigan su propósito de abortar los deseos catalanes y vascos. No es un retroceso, no es un triunfo, no es un fracaso. Es la historia, es el futuro, es la vida, porque, como escribió William Shakespeare, el pasado es un prólogo, la verdadera historia comienza ahora. Y el presente, me atrevo a añadir, también habrá sido un prólogo. Es mejor un futuro en concordia que un presente en permanente conflicto.

No sé si sería fatigoso continuar mañana con el análisis detallado de las otras preguntas. Tal vez sí, porque en el fondo es de lo que llevamos hablando durante meses en el blog. Pero ustedes dirán. Gracias a todos, que han estado inconmensurables.

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