Puntadas sin hilo

Rajoy contra la prensa

Y España en medio y en entredicho. A alguien que ha mentido y difamado continuadamente, y la mayoría de españoles lo han comprendido así, ¿se le puede creer a la hora de defender su honradez y la de su partido?

Como era de prever y temer niegan pero no demuestran, alargan pero no son fulminantes sino en las palabras, traspasan responsabilidades políticas a los eternos esclarecimientos judiciales que por otra parte niegan cuando no les son favorables. Y, como siempre, amenazan a la prensa no sumisa y demás medios de comunicación que informan, descubren, analizan y aportan confirmaciones documentales y testificales. La guerra ha comenzado. Con los españoles de sufrientes espectadores. En política, resistir no es ganar. Al contrario: es degradarse más uno mismo, y emponzoñar un país. No es posible que 47 millones de españoles estén equivocados. Lo que existe, lo aportado por la prensa, no son indicios, no son presunciones vagas, son pruebas irrefutables que ya que la política no tiene la dignidad de asumir y avalar, lo hará la justicia aun en su retardo.

No es posible que todo quede en que no pasará nada, no es posible que todo sea mentira, que todo sea una conjura nacional. La actividad política en España queda herida de muerte ante la petulancia y arrogancia de un Presidente sin crédito alguno que se dirige a su Partido que le aplaude con entusiasmo. Es una forma de caudillismo. Es una forma de envidarle a España, es una forma ruin de intentar descalificar a la oposición parlamentaria.

El resto de partidos políticos tiene la palabra de dar conformidad o no a las palabras del Presidente. Pero sobre todos, los ciudadanos serán quienes dicten sentencia. En algún momento la indolencia se tornará en ira.

Ahora entramos en el oscuro mundo de dar largas a todo, en el mundo de la desconfianza y la increpación permanente, en el mundo de negar las evidencias, en el mundo de las trampas, de las mentiras, de las calumnias, de las presiones, de los odios, de los pactos subterráneos, de las componendas, de las miserias políticas, de los watergates patrios, de las amenazas como instrumento de trabajo, de la degradación política y personal de todo un país. Es la hora de intentar asesinar a los medios de comunicación, ésa es la gravedad de las declaraciones del señor Rajoy. Es la hora de la muerte de la democracia. Yo me coloco en la barricada de la prensa.

"Bobo solemne", "cobarde sin límites", con una "desfachatez sin límites", "irresponsable", "grotesco", "frívolo", "antojadizo, veleidoso e inconsecuente", "acomplejado", "confuso", con "mala conciencia", "que chalanea con los terroristas", "tiene la cabeza de adorno", "indigno", "cobarde", "perdedor complacido", "da coces", se comporta como un hooligan británico", "traiciona a los muertos", "radical, taimado y maniobrero", "habla en batasuno", "chisgarabís", "insensato", "falto de criterio y opinión", "ambiguo, impreciso, débil e inestable". ¿Se puede otorgar respeto a un Presidente de Gobierno que llamó todo eso a su antecesor, según recoge el comentarista ‘zizero’ de una información-extracto del diario Público? ¿Se puede creer a quien hizo los mayores elogios posibles a Francisco Camps, Jaume Matas y al propio Luis Bárcenas? ¿Cabe otra palabra que no sea la de mendaz, siendo generoso, en todos y cada uno de sus dichos y actos?

Más Noticias