El odio se ha convertido en la principal y casi exclusiva característica de la política española actual. Los partidos políticos reducen y supeditan su actividad no a debatir civilizadamente ni a despreciarse y vituperarse, sino a odiarse, así como sus militantes y simpatizantes, y a explicitar quién odia más a quién. No hay nada que no esté sujeto a ello. El odio es el único instrumento empleado, naturalmente adobado con la mentira y el resentimiento.

Se utiliza como liberador de tensiones personales, pero lentamente se va generando una imposibilidad absoluta de entendimiento, y un enfrentamiento civil y político, que comienza a ser peligroso. La razón se aleja de nuestras relaciones. Tenemos un tejido social destrozado por el odio.

Y no hay nadie que haga nada por mitigarlo. Parece como si anidase en nuestras señas de identidad y en el fondo nos divirtiese odiarnos, y, si llegara el caso, matarnos.

Si los integrantes de la PAH se manifiestan apurando la legalidad, se les califica de terroristas, aunque Ada Colau sea justo lo contrario de un hada y su varita mágica sea el realismo. Si quienes lo hacen porque han perdido sus ahorros engañados en participaciones preferentes, son agitadores y reventadores de plenos municipales y quieren condenarlos a la sumisión inactiva; prácticamente toda la sociedad está enfrentada al estúpido poder absoluto, que en las reclamaciones solo ve violencia y odio. Todos los problemas de España se han agudizado notablemente durante el último año. Todos se increpan, todos se culpan. Hasta en este blog se percibe.

Los asuntos político-judiciales se plantean con saña, en un ánimo de exculparse y hundir al enemigo, sí, enemigo. Los odiadores profesionales atizan el fuego en tertulias y periódicos. Los partidos políticos son cotos cerrados en los que no cabe gente nueva. Todos somos enemigos de todos, así nos vemos, así nos va, así nos creemos, así nos sentimos. Solo nosotros tenemos la razón y toda la razón, resulta imposible cualquier acuerdo sensato, todo está emponzoñado, el Rey tiene cuentas en Suiza y no se ha explicado nada, la Monarquía ha entrado en barrena pero los dos partidos que más se odian la blindan, el Presidente de la Xunta gallega es-fue amigo de narcotraficantes y como vive en otro país que no es Europa ni EEUU permanece en el cargo, los ERE andaluces son diarias bombas de racimo, cualquiera que no fuera Infanta hace tiempo que ya habría sido imputada, el Vaticano se ha vuelto jocoso pero sigue chupando de la teta de España, ya solo falta que cuando venga a España el Papa baile La cumparsita con María Dolores de Cospedal en la plaza de Colón para recaudar fondos, Bárcenas es el enemigo imbatible y sin embargo empeñados en batirlo, es su letra pero fue por hacer una gracia, Gürtel infinito como el horizonte, los diputados del Congreso son gladiadores de papel y tableta de juegos, los odios de y a Catalunya son ya difíciles de disimular. El PSOE es un vivero y avispero de odios y ambiciones ocultas, la insidia, la mentira y el odio les sale por los ojos a la mentada Cospedal, la jefa de Floriano, Rajoy y Rubalcaba son ascetas del odio frío y de acero, los ciudadanos odian a los políticos, los políticos odian a los ciudadanos con el odio del desprecio, la democracia española se apoya en el resentimiento. Quien no odie que levante la mano. Hasta somos hipócritas al afirmar que no hay odio en todo en España. Aunque lo llamemos aversión o discrepancia. España, un país imposible.

¿O estaré equivocado y seré solo yo quien ve los transparentes fantasmas del odio? ¿Odiar es de malas personas o es un sentimiento legítimo? Me mojo: mis cinco odios principales: 1. La derecha. A secas. 2. La izquierda cutre, trapacera, corrupta y trepadora de nuevos y aprovechados ricos, o al menos riquillos. 3. La Iglesia Católica, por sus privilegios y su injerencia en la educación y en la vida civil. 4. La poca valía de diputados y senadores, y lo horteras que son. 5. Todos los cargos públicos y todos los banqueros por el abuso que hacen de su poder.

¿Y los de ustedes?