Puntadas sin hilo

Operación Remontada

No, no se trata de la que el Real Madrid pretende ante el Borussia Dortmund, sino de la de nuestra economía ante la crisis. ¿Cuál es más difícil, es posible alguna? La del Real Madrid la comprobaremos el martes, pero el plazo de la de la economía es más difuso.

Dicen que van a apretar un poco menos en lo de la austeridad. Veremos si es cierto y en qué lo notamos. Porque la impresión general es que dentro de un año habrá un millón de parados más, o sea, que de remontada, nada. El problema ya no son las condiciones laborales ni que aprieten más o menos; el problema es que no hay trabajo. Aunque concedieran crédito, ¿qué nuevas actividades podríamos emprender? Todos vamos tirando de los ahorros, el que los tenga, y nos acoplamos a nuestra cada vez peor situación personal. Somos aspirantes a pobres o pobres disimulados. Es como si nos hubiera dado un puñetazo un boxeador profesional del peso pesado que nos hiciera ver las estrellas apagadas del porvenir.

Menos mal que aún quedan optimistas voluntariosos. Lo último es desfondarse, tirar la toalla. Hemos vuelto a los años sesenta, pero con smartphone. Todavía vamos comiendo y aún nos habita una secreta esperanza de mejora. Seguimos echando curriculums por todas partes. Pero nos sentimos más vulnerables. Hay unos que administran el país por nosotros, unos grotescos personajes a los que despreciamos.

Nos han rebajado los humos. Ya no somos nuevos ricos, ni siquiera lo pretendemos. Solo aspiramos a pervivir lo menos heridos posible. No hay quien se libre de la preocupación. Y nos hemos convertido en descreídos. Ya no creemos en casi nada. Las estructuras morales han sido derribadas. Esos señores que nos administran confían en las instituciones, nosotros no. En ninguna. Si pudiéramos las destruiríamos todas. Pero no nos dejan. El caos debe tener un orden. Todo nos cae distante, todo lo sentimos lejano. Somos una nación de ácratas resignados, enfrentados a los nostálgicos optimistas. Estamos apolillados, entregados. La revolución fue una bengala apagada. Nos iremos convirtiendo en mendigos de puerta de iglesia y cola de sopa boba.

¿Qué austeridad van a reducir si ya nos da todo igual? España es una carcasa sin nada dentro, una almoneda sin valor, una casa de empeño, un país asolado, una masa informe y conforme. Somos carne de matadero, ni siquiera de cañón. Hacen con y de nosotros lo que quieren. Somos conejos de Indias, experimentan con nuestras vidas, continúan preparando el fraude de las próximas elecciones, tienen tiempo de atormentarnos, unos y otros.

Ustedes mismos, queridos lectores, recogen y escriben la actualidad mejor que yo, he aquí dos pequeñas muestras:
Comentario por carpanta600
28/04/2013 11:13
Buenos días. Me cruzo con un vecino, hombre mayor de edad, 82, muchos achaques, escasa visión y nunca se le dio bien leer los papeles... Me dice que ha ido a la farmacia a por un medicamento que toma desde hace años para la próstata, que es una de sus dolencias, y que no le dan el medicamento a pesar de llevar su receta, salvo que pague la totalidad del fármaco. Le entregan un documento que me pide que yo le explique. El documento dice que el paciente debe acudir a su médico especialista a que ratifique mediante un informe la necesidad de mantener la prescripción de ese medicamento que ya toma desde hace años y que tanto especialista como médico de cabecera le siguen recetando. La tomadura de pelo enorme que supone pedir cita para especialista, esperar meses la cita, pedir un informe que a buen seguro tampoco le darán en el momento sino otro día, otro viaje, otro gasto, otra complicación y otra burla para nuestras personas mayores y que sólo busca hurgar en los vacíos bolsillos de nuestros mayores para robarles los céntimos que les quedan.
Paga o muérete, jodio viejo. Y esto no es herencia para mañana, ya nos dejan disfrutarla hoy. Saludos

Comentario por matinada

Matar, Don Arturo, ya nos están matando. No me siento capaz de hacer ningún análisis teórico, ni empírico, ni leches en vinagre (que diría mi madre). Tampoco voy a desgranar las vicisitudes de la "ingeniería financiera" familiar (la mia), tras cada asalto a decreto armado contra mi sueldo. Ni el esfuerzo psicológico diario para sostener el equilibrio, entre esperanza y desesperación, de mis hijos, ya no sólo ante el futuro que les espera, sino ante el presente que éstos DESALMADOS han secuestrado. Para ellos sólo somos cifras. Frías cifras, despersonalizadas, maquillables. Cifras que sienten como amenazas a "su" estilo de vida, a su "casta", a" los sacerdotes de su único dios y religión". El Poder, el Dinero, la Codicia. La tridentina divinidad de estos homínidos, que •devoran oro sembrando cenizas. Y van a masacrarnos. Ya no necesitan hornos crematorios. La parafernalia fascista se ha hecho un lifting. Siguen matando (no han dejado de hacerlo desde los siglos de los siglos), pero ahora han refinado sus técnicas. Lo hacen sin dejar huellas:
-Varón, 45 años, ayer acudió a su trabajo (jardinero) como cada día. Le comunicaron su despido 15 minutos después. Le trajeron a urgencias con una angina de pecho. Las únicas palabras que podía articular ........

-¡Mis hijos!....¡ tengo hijos!

Mujer, 68 años. Descompensación grave de su insuficiencia cardíaca. Había dejado de tomar su medicación. O compraba las pastillas, o comía.

Varón, 87 años, su mujer con alzheimer. Fractura de cadera por síncope en su domicilio. Los servicios sociales han eliminado al cuidador (no hay dinero). Un vecino se alarmó por su asusencia en la panadería y llamó al 112. Había pasado toda la noche tirado en el suelo.
Al llegar al hospital su único dolor era un grito estremecedor....

-¡Mi mujer, mi mujer!.....¡¡¡ está sola en casa!!!
Mujer, 24 años, ingesta masiva de medicamentos con intención suicida. Huérfana de padre. Despedida de su empresa. Unica mantenedora de su familia.

-Varón, 55 años, inmigrante. Tromboflebitis profunda en una pierna de varias semanas de evolución. Acudió a urgencias porque ya no podía caminar. Fiebre altísima. No vino antes por miedo al despido.
Es un pequeño "muestreo" de un día en un pequeño hospital de provincias. No existen estudios ni estadísticas entre el factor causa-efecto. ¡Matan!. Ya lo creo que matan.

¿Qué contestan a esto los ultraconservadores del periodismo, de los blogs y de la política? Si tan solo los lectores de los medios sociales reflejaran los horrores que ven en sus proximidades, no digo que la revolución comenzaría pero el país tomaría conciencia, exigiría remedio y la remontada sería posible.

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