Puntadas sin hilo

Los tramposos

Aun a riesgo de abaratar la crítica resulta imposible no tomar a chufla la política española con el consiguiente riesgo de caer o bordear las convicciones democráticas. Pero la política española actual es un vivero de casposidades, y responsabilidades y vicios de comedieta barata y ramplona.

Los tramposos fue y es una celebrada película en la que los pícaros Tony Leblanc y Antonio Ozores se dedicaban a estafas varias como el tocomocho o el timo de la estampita, al trile y a cuanto se les ocurría para engañar a ingenuos ciudadanos. La transposición política de todo ello tiene una fiel representación en la política actual, especial, última y masivamente en el Partido Popular. No es que Mariano Rajoy tenga el gracejo y simpatía de Tony Leblanc, pero sí tiene las mismas habilidades de tramposo crónico para engañar a los ciudadanos. Se ha llegado a la perfección de que todo el mundo desconfía de ellos por mucho que traten de alterar la realidad abrumadora. Es como una inmensa ciénaga en la que todo está sujeto a la trampa y a la negación de lo evidente. Lo mismo que Tony Leblanc y Ozores amoldaban sus estafas a las oportunidades que fuesen surgiendo, los dirigentes populares adulteran y pretenden cambiar la realidad. Ya nadie les cree en nada. Da igual que aleguen que se está saliendo de la crisis cuando el número de parados sigue en alza, pese a la pequeña disminución estacionaria. De aquellas promesas de que el dinero empleado para rescatar a los bancos se recuperaría y no les costaría nada a los ciudadanos, se ha pasado al dato oficial de una pérdida de 26.000 millones de euros.

En su osadía, Ozores y Leblanc llegaron a montar una pequeña agencia turística, con un autobús prestado, en la que incorporaban un entierro a su ruta turística, cosa que los turistas extranjeros se tragaban divertidos. Pues eso es lo que ocurre con el PP; todo lo justifican, en contra de la creencia general de los ciudadanos.

Mañana se llega al punto álgido de la falsa y Leblanc-Rajoy acudirá al Parlamento forzado a dar explicaciones sobre el desmadre Bárcenas y sus contabilidades paralelas, Parlamento que por cierto está patas arriba en obras pues para esto sí que hay dinero. La democracia española ha llegado a un punto en el que diga lo que diga Leblanc nadie creerá nada, salvo los suyos. Asimismo cualquier comisión de investigación que se abriese estaría boicoteada, amañada y desvirtuada por la nefasta mayoría absoluta de que dispone el PP y por tanto no tendría valor alguno.

Naturalmente la oposición dirá que las explicaciones de Rajoy-Leblanc no han sido convincentes en absoluto y los leales diputados del PP dirán exactamente lo contrario y que su jefe Leblanc ha estado impecable y ha convencido a la ciudadanía. O sea que el juego de Los tramposos continuará con nuevas negaciones y fechorías, hasta que dentro de varios años la justicia se pronuncie, tiempo en el que el señor Bárcenas permanecerá en prisión, sin que se pueda asegurar que los compinches de Leblanc-Ozores, López Vázquez y demás componentes de la banda sean castigados o por el contrario se vean libres de todo su pasado de escándalo.

Concha Velasco y Laura Valenzuela eran las musas redentoras que trataban de conducir a sus pícaros novios a una redención profesional, incluso prestándoles dinero para sus hazañas.

Pero no parece que entre las féminas del PP, sea María Dolores de Cospedal, Ana Mato o cualquier otra, pueda jugar tal papel que haga devolver al Partido Popular y consecuentemente a todas las instituciones a la normalidad democrática, que no es otra que la de la transparencia. Por tanto es previsible que larga vida les espera a quienes tienen el oficio de tramposo.

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