Puntadas sin hilo

Anoche tuve un sueño español

Soñé que la democracia española se igualaba con las demás democracias europeas, recuperando los años perdidos y de retraso en su calidad.

Soñé que la gente dimitía como norma política habitual.

Soñé que no se engañaba a los ciudadanos.

Que se discutía con buenas, y democráticas, maneras el derecho a decidir de los catalanes. Y que había unanimidad en saber cuáles eran esas maneras democráticas.

Que la Justicia era rápida.

Que se restablecía la buena relación entre los ciudadanos y sus políticos.

Que España había dejado de ser un país fanático.

Que la Iglesia Católica no interfería.

Que había acuerdo para revisar la gastada Constitución.

Que la Monarquía se sometía a referéndum.

Que no había más víctimas que los parados.

Que el Parlamento volvía a ser la Casa del Diálogo no crispado.

Que los políticos no mentían.

Que los medios de comunicación eran neutrales y objetivos, es decir, honestos.

Que toda la política nacional y todo el Presupuesto se habían dirigido principalísimamente a la innovación, el desarrollo y el avance tecnológico.

Que ningún español, niños incluidos, pasaban hambre.

Que la caridad había sido sustituida por la equidad.

Que ya no había mayorías absolutas que pudieran caer en el despotismo.

Que el fraude fiscal había sido eliminado.

Que la enseñanza era universal y gratuita, sin imposiciones ideológicas.

Que, al fin, los españoles valorábamos la cultura.

Que los enfermos dependientes estaban atendidos.

Que la sanidad pública se recuperaba y organizaba, y las privatizaciones se anulaban.

Que la libertad era un bien preciado, del que no abusábamos y deformábamos.

Que las leyes recogían el sentir del pueblo.

Que la austeridad se repartía mejor y progresivamente.

Que Franco había muerto.

Que éramos un país ágil y moderno.

Que habíamos dejado de ser crueles.

Que lentamente íbamos recuperando nuestro bienestar pasado y destrozado aún no sabíamos por qué nide qué fuimos culpables.

Que éramos un país bien avenido.

Que el odio, el rencor, el desprecio y la ignorancia ya no nos lastraban.

Que habíamos decidido no resignarnos ante nada ni ante nadie.

Que la guerra de Siria no había tenido lugar.

Pero cuando desperté, el dinosaurio depredador y del estancamiento seguía allí, jodiéndonos la vida.

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