¿Y por qué los seis millones de parados no forman una cadena y atraviesan España de norte a sur y de este (incluida Catalunya) a oeste reclamando al Gobierno que se deje de macrocifras y bromas y solucione el drama con medidas reales y prácticas? ¿Por qué los niños que pasan hambre y tienen que acudir a un colegio para alimentarse no forman también una cadena infantil que nos avergüence y avergüence a los políticos, si éstos tuvieran vergüenza? ¿Por qué los preferentistas y desahuciados no hacen lo mismo y rodean los bancos de España?
Parece que las cadenas silenciosas y pacíficas son más eficaces que las manifestaciones más o menos masivas y con batucadas. España podría y debería ser una inmensa, casi infinita, cadena de ciudadanos que quieren ser independientes de este Gobierno atenazador y clasista.
Si se unieran en cadena y se dieran la mano anarquistas, abstencionistas, marxistas de nuevo cuño, antisistema y movimientos sociales de toda tendencia, tomarían presencia y no quedarían inadvertidos en protestillas sin vigor.
Todos los que se sintieran agraviados, los trabajadores machacados, los enfermos que han visto disminuidas sus prestaciones, los alumnos y profesores de toda España, quienes no están dispuestos a soportar ni un minuto más de corrupción y exijan responsabilidades, los jóvenes emigrantes ya vueltos, todos los no sumisos ni aborregados, si este milagro y esta necesidad se produjeran simultáneamente habríamos cambiado el curso y significado de la Historia de España y su siniestro lema de vivan las cadenas del conformismo más repugnante.
España debería ser una inmensa Catalunya y reclamar justicia y sensibilidad. No bastan las redes sociales, no bastan las protestas aisladas, es necesaria la calle y la visibilidad que otorga. Si todos los periodistas, si todos los descontentos, su todos los humillados y ofendidos, si todos los españoles decentes se constituyesen en cadena humana, la red de caminos y carreteras conformarían el nuevo mapa de España, la España de la protesta colectiva, razonada y unánime den la formas y en el fondo. ¿Es tan imposible una cadena una cadena de 12 millones de personas, no se precisa más, que nos devolviera la satisfacción y el orgullo de vivir bajo la bandera de España estelada y sin toro? La revolución de las cadenas.
Comentarios
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