Puntadas sin hilo

Cualquier tiempo pasado fue igual

Vista la serie Isabel y las atrocidades cometidas por los Reyes Católicos, es perfectamente comprensible que Catalunya, y quien lo desee, se separen de España. Somos hijos de la violencia y de la brutal negación de los derechos más elementales, por muy siglo XV en el que estuviéramos. Sumisión teocrática y religiosa hasta el fanatismo y comercio político con el Papado, expulsión de judíos y árabes que desmiente el mal llamado crisol de culturas, implantación de la Inquisición, matrimonios de conveniencia, maneras despóticas en cuanto se tiene posibilidad, justicia vengativa, descubrir América para colonizarla y explotarla consagración de la Monarquía como forma suprema de gobierno, pobreza por doquier y exacción de impuestos inmisericorde. Como ahora, casi. Esto éramos y esto somos. Españoles por la fuerza y a la fuerza. Nuestro pedigrí es nefasto.

¿Con qué derecho? ¿No seguimos pensando prácticamente lo mismo? Solo hemos avanzado en lo tecnológico, pero no en lo ideológico. A los inmigrantes los queremos echar, los impuestos rozan lo insostenible, la Iglesia Católica condiciona la Educación y le donamos cantidades millonarias, no invadimos Catalunya porque los tanque ya no son posibles y Europa lo sanciona, la Inquisición es cultural, como con gran acierto ha dicho el actor Juan Diego: nos están gaseando ideológicamente, hay tres millones de pobres y seis millones de parados, vendemos armas, aceptamos con agrado al heredero monárquico, los derechos fundamentales están alanceados, declaramos Bien de Interés Cultural espectáculos de barbarie, la represión del Código Penal que ha preparado el ultra Gallardón es espeluznante, Han domado la justicia en sus escalones principales, las Cortes son pura ficción, estamos endeudados a perpetuidad sin saber bien por qué, los banqueros son los nuevos nobles, el pueblo es ignorado...

Queda el consuelo, desconsuelo más bien, de que el resto del mundo tampoco ha cambiado: la violencia, ahora más cruel y exterminadora, es el menú del día, se extiende por doquier, la explotación de seres humanos es inagotable en una refinada y disimulada esclavitud, las fuerzas oscuras monopolizan la riqueza y, consecuentemente, la injusticia. La única diferencia radica en que no existía tanta corrupción como ahora. ¡Ah, y no había fútbol! Somos hormigas en fila. En tales condiciones, ¿cómo no aplaudir y apoyar todo intento de libertad y equidad?

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