Puntadas sin hilo

El sarcasmo del fin de la recesión

Vaya que algunos, entre ellos los piratas informáticos, nos acusen de no desear la recuperación, pero esto del fin de la recesión, anunciado por el Gobierno y confirmado por el Banco de España, es como cuando alguien se está ahogando en el mar y emerge para gritar socorro y se vuelve a hundir. Los socorristas de la playa enseguida se apresuran a decir que los efectos de esa operación de salvamento todavía no son percibidos por los ciudadanos y que tardará tiempo en comprobarse. El pato de goma que le han tirado al semiahogado no basta. Porque ¿cómo puede hablarse del tal fin cuando la cámara submarina retrata a millones de parados braceando con las fuerzas que le quedan, sin aletas ni bombona de oxígeno, mientras los tiburones de las finanzas del mar cruzan una y otra vez entre sus víctimas? Burbujitas salen ya de las bocas de los ahogados, ¿cómo puede hablarse del final del calvario si los habitantes de la tierra España han resultado empobrecidos hasta la ignominia política?, ¿quiénes han sido los pescadores de perlas en estas redes de injusticia social que el Gobierno lanzó? Sí, para unos ha terminado y con gran cosecha de perlas, y para otros continúa en las oscuridades marinas y económicas la lucha por la vida. Arriba, en los yates de lujo festejan el final de la tormenta. Abajo, los castigados desesperan, ellos y sus hijos, de alcanzar la superficie. Para ellos la galerna seguirá azotándolos con furia. Las cifras, macrocifras como siempre, dirán lo que quieran, pero hojas de ruta, bitácoras y rosas de los vientos señalan continuidad de la angustia. A este mal tiempo no se le puede poner buena cara. Ni siquiera han podido aprender a nadar y hacer la revolución. No llegarán extenuados a la orilla para morir o vivir en ella. Son pasto de los tiburones y los políticos y magnates de las embarcaciones de lujo.

La política de la injusticia social y del oprobio se ha consumado. Se sale de la recesión, que no de la crisis, a costa de los privilegios para un millón de ciudadanos y represalias para 46 millones. Ésas son las cuentas. Y les echan el cebo envenenado de que ya les llegará el turno a éstos. Cuando sean cadáveres. Ni chalupas ni pateras para ellos. Solo humillaciones, mentiras y sarcasmos. ¿O alguno de ustedes ha llegado a buen puerto o lo divisa?

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