Puntadas sin hilo

Estamos hartos (al menos algunos)

Sería maravilloso que con la misma celeridad de la ley de justicia universal se anularan todas las leyes existentes. Absolutamente todas. Caeríamos en un limbo legal, del que solo saldríamos reorganizando España desde la nada. Nada estaría prohibido y nada autorizado. Estamos hartos de esta España. Y sería nuestra única revolución posible. España virgen, la primavera española. Sin culpas, pero sin leyes que nos han convertido en esperpento.

Tendríamos que rehacerlo todo, evitando errores puesto que conservaríamos la memoria. Por fin podríamos discutir una nueva Constitución en la que participásemos todos. Una nueva ley electoral, un nuevo Parlamento, un nuevo, o el mismo, sistema político. Olvidando corrupciones, pero estableciendo bases para que no volviese a ocurrir lo mismo. Estatuir la Democracia de la Decencia. El resurgir de una nación que no terminase en identidad con la anterior. Porque estamos de esta España. Sin reformas laborales ni estructuras injustas. Una justicia con fecha de caducidad para resolver asuntos.

Es posible, no es una quimera, no es una acracia generalizada, no es un marxismo revenido. Somos un país que olemos a viejo, a caduco, a trampa. Seríamos un país abierto y sincero, sin lastres, sin impurezas. Hemos sucumbido bajo el peso de tanta ley y reglamentos disparatados. Al final un país es sus leyes. La única manera de recrearlo es recreando sus leyes. Nada de lo actual es válido, nada nos reconforta, nada es justo. Sometámoslo todo al criterio de todos los españoles. Bancos, desahucios, territorialidades. No podemos vivir más tiempo en la ira sorda. En la repulsa moral, en la descreencia política. En seis meses podría estar anulado todo nuestro pasado oneroso y dar paso a una España constituyente. Porque estamos hartos de esta España. Nuestra historia ha sido un fracaso. Soñemos con la realidad del futuro. ¿O acaso ustedes salvarían algo? ¿No les tienta la posibilidad de volver a nacer y ser dueños de sus destinos no prostituidos? Nos han envenenado con tantas leyes fabricadas por los poderosos. Todo nuestro arsenal legislativo es un tocho de chapuzas, una coartada para someternos, un cepo en el que secularmente estamos presos si no nos rebelamos. Porque también se podría votar a quien lo propusiera. Porque estamos hartos, al menos algunos.

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