Puntadas sin hilo

¿Será posible que ya nadie se fíe de nadie?

No confiamos en Rajoy, solo lo hacemos por obligación o por interés; no confiamos en Rubalcaba, lo haríamos si no tuviera el pasado que tiene; no confiamos en Izquierda Unida, mientras no aclare en qué consiste su comunismo; no confiamos en Rosa Díez por ser una taimada transfiguración de la derecha más recalcitrante; no confiamos en los partidos nacionalistas; de Artur Mas y su sobrevenida ansia independentista; no nos fiamos de los medios de comunicación, sin tendenciosos y solo preocupados por el beneficio o por servir al poder; no nos fiamos de los banqueros, dueños de nuestro destino, usureros legalizados; ni de la justicia, cuando no falla según nuestros deseos; ni de presunción de inocencia alguna; de los sindicatos, de los empresarios, de los ministros, de los obispos; de la Constitución, que no quieren reformar; del Rey y de la monarquía ni de la infanta Cristina; del juez Castro solo nos fiamos hasta que la desimpute, si la desimputa; de la propaganda, con la que nos quieren vender algo; de las compañías telefónicas, que nos llaman a horas intempestivas para que nos cambiemos a ellas en mejores condiciones; de la policía, de la Guardia Civil, de los diputados, del Tribunal Constitucional, de las autonomías, de quienes hacen programas de televisión inventando 23-Fs, de quienes mantuvieron a ultranza y periodismo que los autores del 11M había sido ETA, de ETA, de la letra pequeña de los contratos, de los alcaldes, de la ley electoral, de las listas cerradas, de la eficacia de Europa, de Putin, de Obama, de Angela Merkel, de Zapatero, de Aznar, de que hayamos salido o estemos saliendo de la crisis, de que no hayan cobrado sobresueldos ni financiado en B, de que la Junta de Andalucía no sea responsable de los ERE, de los chanchullos y corrupciones en Valencia, Galicia, Murcia y demás, de que los correos de Blesa sean correctos, de los anuncios por palabras, de los videntes, de los francotiradores pasajeros de la política, de las rebajas, de los oulet, de las bajadas de impuestos, del negocio de la salud, del negocio de la educación, de La Roja para este Mundial, del vecino, de que algo sea verdad, de la Vida Eterna porque preferimos ésta, de internet, de los optimistas, de los pesimistas, de los filósofos, de los poetas, de las leyes, las dicte quien las dicte, de los horarios europeos, de que debamos pagar la deuda, de la melancolía, de que el ser humano sea bueno por naturaleza. Ya solo nos fiamos de las predicciones de los meteorólogos, de los vendedores de coches de segunda mano, y de nuestro perro. Y, algunos, de su familia.

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