Puntadas sin hilo

España pierde libertad a chorros

Y se está convirtiendo en una dictadura.

Nuestra democracia se limita a votar cada cuatro años sobre cuestiones menores. Y nunca se da voz al pueblo sobre las mayores.

Nos acercamos a una sociedad franquista, no en la forma pero sí en sus contenidos.

Entre la indiferencia de la gran población.

La represión policial, la vigilancia, el temor imbuido.

La economía mejorada, pero habiendo renunciado a niveles anteriores, y sobre todo, sobre todo, sobre todo, con desigualdad creciente, los de arriba han machacado a los de abajo, y los de en medio están en camino de ser de abajo.

Con un rey cuestionado, al menos, por un 40 % de la población.

Aborto y educación como entonces.

Lo público en declive, lo privado en alza.

La cultura, ese extraño objeto.

Sumisos a Europa hasta la vergüenza.

Sumisos a China, narcotraficantes libres, justicia universal eliminada.

Férreo control de la comunicación.

Helicópteros sobrevolándonos en constante fotografiarnos.

Siempre más policías que manifestantes.

Redes sociales intervenidas.

Izquierda dispersa y peleada en la más pura e irredenta tradición española.

Principal Oposición renqueante, colaboracionista y traidora.

Iglesia en la sombra.

Trabajador reducido a tornillo de engranaje.

Corrupción asimilada.

Poder judicial sometido en su organigrama y altas instancias.

Inexistente separación de poderes.

Parlamento menos libre de Europa. Políticos marionetas.

Beneficencia en aumento.

Niños en la pobreza que no nos conmueven.

Independencias trituradas, ignoradas, sin conciliaciones de diálogo.

El Rey vestido de Capitán General. ¿Por qué?

Emigración resurgida, esta vez con móvil y sin maleta de madera, pero provocadora de iguales tristezas.

Inmigración incontenible, pero domeñada en el desprecio, aunque limpien la mierda de nuestros mayores.

Glorioso deporte retribuido.

El paro como esclavitud.

Qué inventen e innoven otros.

El orden es lo supremo.

Violencia abyecta, según.

País de viejos jubilados en la estrechez.

Fortunas humillantes y escondidas.

Sindicatos desvertebrados y en buena medida culpables.

Brutales costumbres que permanecen.

La mentira como enseña.

Ya viene el verano y la calma.

Porque todo está atado y bien atado y más que lo vamos a atar, con nudos gordianos por ahora incortables.

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