Puntadas sin hilo

¿Con qué sensación se van los españoles de vacaciones?

Los que se van, claro. Porque la mitad no puede irse porque está por encima de sus posibilidades. Pero los que se van, se van contentos, por supuesto. Aunque con una sensación de amargura, de impotencia, de felicidad disminuida. Sí, están un poco mejor que el año pasado, pero solo se pueden ir una semanita, salvo los que aún no han vendido el apartamentillo en la playa o se van al pueblo con los familiares, la cosa no da para más. Están deseando olvidarse de todo, de los jefes, de las incertidumbres laborales, de las apreturas económicas. Tostarse al sol, como los lagartos, sin que apenas quepa la sombrilla en la playa. Sin proyectos para la vuelta, más que el de aguantar, no quieren saber nada de los políticos, son todos iguales, unos degenerados, unos aprovechados, todos van a lo suyo, no se preocupan por los ciudadanos, que les den morcilla, yo me voy a jugar a la pelota con mi hijo. Ya admiten que la corrupción no tiene arreglo, porque no quieren. Pero ahora no verán la televisión, ni escucharán la radio ni las noticias, quieren vivir sordamente. A cuestas con su familia, a la que aman y de la que a la vez ya están fatigados. Todo es una bruma, el mar los refresca por fuera y por dentro. Chiringuitos, pescaíto, sangría, o bocadillos. Una inmensa masa no pensante. Nos han estafado. Hemos tenido que salvar a los bancos, que ganan fortunas, a la gente la siguen echando de sus casas, dicen que hay niños que no pueden comer lo suficiente. Esa tía que pasa está buenísima. Las tías, y los tíos, están tremendas en bikini, y los tíos en tanga, que a nosotras también se nos van los ojos. Lo de Pujol ha sido muy gordo. Somos un poco menos libres que antes. Pero tampoco es tan grave. Lo que es horrible es eso de Palestina. Yo no sé como no lo arreglan. La Liga empieza el mismo día que volvemos. Pero ahora lo estamos pasando bien, tenemos suerte. Es cierto que si me preguntaran cómo ve usted España en tres palabras yo contestaría corrupción, injusticia y desigualdad. Pero bueno, qué se le va a hacer. Me voy al agua.

Los que se quedan están mucho más resentidos. No tienen un puto euro. Es una cabronada, no hay derecho, todos los políticos son unos golfos, ellos sí que veranean. Y los ricos, en Ibiza, en Marbella, con sus yates y sus tías buenas. Y nosotros aquí trabajando en chapuzas o no trabajando en nada. Sin perspectivas para el otoño, que siempre dicen que va a ser caliente pero luego nunca lo es. A mí no me importaría que viniera la revolución. Aunque no me gusta. Pero es que esto es una vergüenza. Ni los sindicatos no hacen nada. Todos se han ido, menos nosotros, los desgraciados, me cago en sus muertos, tenían que saber lo que es vivir así, el rey y la reina los primeros, y los ministros, que son unos mangantes, con el Presidente que es un mentiroso crónico, no son una casta, son una raza abominable, me voy a apuntar al partido ese nuevo de Podemos, por lo menos no son unos gánsters, y en la tele no ponen nada, y al Pujol a ver si lo empapelan, y a toda su familia, que menudos ladrones. Este país es una mierda, qué esperanza nos queda, si me preguntaran cómo ve usted España en tres palabras yo contestaría corrupción, injusticia y desigualdad. Tenemos que luchar para cambiarlo. Como sea. Me voy a comprar el pan. Hoy tocan macarrones sin nada. Hace un pelo menos de calor. Ceo que luego, antes de irse de vacaciones, va a hablar El mentiroso crónico para decir lo bien que estamos. Ya les contaré. ¿Estaré equivocado?, ¿qué sensaciones tendrán y qué pensarán tanto los que se han ido como los que nos hemos quedado?

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