Puntadas sin hilo

La decencia de dimitir

El Gobierno del Partido Popular ha alcanzado unos niveles de degeneración democrática de difícil parangón. El más ingenuo de los ciudadanos sabe que nadie con un Estatuto que le garantiza la permanencia en su cargo durante cinco años dimite si no es a causa de las presiones recibidas de quien le nombró.

Para quienes no lo sepan y resumiendo, digamos que el Fiscal General del Estado es el encargado de dirigir la política penal del Gobierno, y bajo sus órdenes, por escrito si fuera preciso, están todos los fiscales de España. Es, pues, un puesto clave, y su renuncia no puede ser considerada como asunto sin relevancia. El fiscal Torres Dulce no es un rojo precisamente y más bien está alineado en la derecha. Pero es un demócrata. Su renuncia deja al descubierto los oscuros intereses del Gobierno en los temas judiciales pendientes más conflictivos. El fiscal es quien acusa, se supone que en defensa de la legalidad y de los ciudadanos, quien solicita prisiones preventivas, penas y fianzas, que luego el juez resuelve.

En general, los fiscales sucedidos en la última historia de España, ¡y no digamos en la anterior!, no han sido modélicos. Todos, de una forma o de otra, han estado sometidos a presiones políticas. Pero el caso de Torres Dulce, tras ya tantos años de democracia, desborda la impudicia. Y no solo por esas presiones políticas, que, antinaturalmente el Gobierno negará con toda la barba, sino porque tampoco se puede luchar en solitario contra una casta fiscal más bien conservadora. Liberado del fiscal Torres, y enjaezado el Poder Judicial, el Gobierno tiene manos libres para que la justicia pase a ser un sarcasmo. Recuerden que hasta el propio Presidente del Tribunal Supremo, antinaturalmente elegido por el poder político dominante, manifestó que la justicia no está hecha para cuellos blancos sino para robagallinas. La justicia española no puede presumir de ser uno de los tres pilares genuinos del Estado. Arteramente, el Gobierno surfea.

Da terror pensar a quién nombrarán nuevo Fiscal General, tras, por ejemplo, la brutal designación del nuevo portavoz parlamentario del Grupo Popular, el nombramiento de un ideológicamente durísimo Director General de RTVE, o las habilidades desarrolladas para condicionar al juez Ruz. A Torres Dulce no creo que lo vayan a promover para eurodiputado en representación del PP, como por ejemplo hizo Podemos con Carlos Jiménez Villarejo. Más bien su destino será el sillón de orejas, el vídeo de Solo ante el peligro, y la satisfacción de su decencia.

Por algo las togas son negras y las puñetas encaje de bolillos.

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Gota PREMIO: La ex ministra de Sanidad Ana Mato ha sido agraciada, además de con su sueldo de diputada, con un plus de mil euritos como Vicepresidenta de la Comisión Parlamentaria de Cooperación al Desarrollo. Enhorabuena.

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