Asuntos & cuestiones

Aunque la mona se vista de seda

Los señores/as del centro no se sujetan. En su afán de echar por tierra todo lo que haga o diga el Gobierno, se meten en arenas movedizas que embarran su radiante fulgor de vanguardistas. Les pasó con aquella teoría de la conspiración que apuntaba a Zapatero como responsable del 11-M. El propio señor Rajoy y doña Esperanza, ésta última indignadísima, entre otros, pidieron el archivo del sumario, a la vez que se proponían como renovadores moderados de la derecha ultramontana. Ahora repiten charco con la decisión de Zapatero de nombrar tanta ministra. Como un resorte, la derecha mediática y política salta en tromba con su habitual estilo. No soportan que el listón de la modernidad esté cada vez más alto. Quieren ser la imagen del siglo XXI sin abandonar las rancias tradiciones que permitieron a su clan disfrutar de los privilegios que proporcionaban los tiempos de "extraordinaria placidez". Total, que ponen a parir a las nuevas ministras, y cuando caen en la cuenta de que su reacción desprende un tufo machista que se contradice con la consigna de ser modernos, se ven atrapados en la dura tarea de rectificar lo dicho agarrándose al frágil hilo de los matices. Ahora afirman no criticar el nombramiento, sino la falta de cualificación de las señoras ministras. El argumento se vuelve contra ellos como un boomerang: ¿Cómo saben los señores/as del centro que las señoras ministras no están cualificadas y los nuevos ministros sí? El drama que realmente les sume en la pena infinita es que con todo este cachondeo de la paridad la foto queda monísima, pero se deja escapar, gota a gota, la esperanza de que alguien defienda la unidad de España, su bandera, su esencia espiritual y su amenazada lengua universal, con dos huevos.

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