Asuntos & cuestiones

Esas cloacas

Asistimos impávidos a uno de los fenómenos más degradantes de la historia de los de medios de comunicación. No hablamos de manipulación, mentiras, teorías conspirativas delirantes, desprecio absoluto por la profesión del periodismo, y un largo etcétera que daría pie a paginas y páginas de divertidos comentarios (si no fuera por lo dramático del caso, ya que estas acciones causarán un desprestigio, seguramente irreversible al, en otro tiempo, noble oficio de la información), sino a la brutal falta de respeto hacia oyentes y lectores que supone la actual actitud de los medios de la derecha al poner otra cara en su diana.

No quiero decir que el gobierno, o la izquierda, deban ser los receptores exclusivos de esa basura, pero no se puede calificar de "ratas", "traidores", "sinvergüenzas", "miserables", y demás, a aquellos que hasta hace un par de meses nos proponían como gestores de esa España que tanto aman y a los que pretendían que entregáramos con nuestro voto la custodia de la Santa Enseña Nacional. Pero más triste que su actitud, basada sólo en intereses económicos (recordad que doña Esperanza les dio una tele digital a cada uno de los dos sumos sacerdotes del centro democrático español que, casualmente, la defienden a muerte), es la de sus seguidores que, en su estado acrítico, aceptando cual dogma una cosa y su contraria, alcanzan la catadura moral de sus insustituibles hoolligans mediáticos.

Mientras, el pobre don Mariano, convertido en el nuevo doctor Frankenstein, es vapuleado por el monstruo que él mismo contribuyó a crear, y entiende lo que se siente cuando le cubren a uno de mierda cada mañana. Añorará los tiempos en los que eran sus rivales los destinatarios de los improperios y a él, esa pestilencia, le olía a Chanel nº 5.

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