Asuntos & cuestiones

Educando a la ciudadanía

Con la elección de Obama, los americanos han dado una lección de Educación para la Ciudadanía al resto del mundo y además en inglés, como les gusta a las autoridades de Valencia. Nadie discutía el liderazgo del candidato demócrata, todas las encuestas le daban la victoria. Fuera de los EEUU, los porcentajes se disparaban. Aquí también, salvo los dirigentes del principal partido de la oposición, que se decantaban mayoritariamente favorables a McCain porque, a pesar de que su corazón ultramoderno y futurista les  manifestaba simpatía por el joven dicharachero de color, el cerebro les llevaba a preferir al veterano de guerra y conservador McCain, al que veían más capacitado para dirigir los destinos del imperio.
Es de suponer que el hecho de que los republicanos se empeñaran en tachar a Obama de árabe, terrorista, y comunista les hiciera sentir proximidad ante la similitud de los argumentos empleados para descalificar al rival. Aunque, eso sí, los americanos reconocen la victoria del otro, limitan la emisión de tan estúpidos calificativos a la campaña, y no después, como ocurre en nuestro diferent Spain.

El color de su piel era el único escollo que le quedaba por salvar para llegar a la Casa Blanca. Hasta el último momento, tanto ciudadanos como analistas políticos y tertulianos de los medios expresaban dudas sobre el resultado. El personal temía que las manifestaciones de júbilo y los apoyos incondicionales que recibía el flamante candidato fueran producto de lo políticamente correcto y que, a la hora de la verdad, amparados en el secreto, muchos votantes acabaran haciendo un ejercicio de responsabilidad y eligieran al candidato de toda la vida.

El margen de maniobra política es pequeño, pero que un negro haya llegado a presidente de la primera potencia del mundo, cuando hasta hace unos años en algunos estados no podían compartir transportes, ni escuelas y todavía se les linchaba, es una victoria espectacular de la buena gente e inaugura una era de luto para los miserables. ¡Aleluya!

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