Asuntos & cuestiones

Un gesto nada bello

El resumen del accidente del Yak-42 es terrible. Había un presupuesto para pagar viajes. El dinero fue desapareciendo en empresas interpuestas hasta quedar en una cantidad con la que sólo se podían contratar aviones basura. Los militares se quejaban de las condiciones en las que viajaban. Sus quejas no fueron atendidas y un avión se estrelló con el resultado de 62 militares muertos. Este juego de la desaparición del dinero sería simplemente escandaloso si no fuera porque las consecuencias trágicas que provocó hicieron que el adjetivo se quedara corto. Para evitar desgaste político, el entonces ministro, señor Trillo, terriblemente sensible al déficit ético en los demás, dio la orden de repatriar los cuerpos con urgencia.

No enviaron forenses para hacer el trabajo de reconocimiento de las víctimas. Entregaron los féretros con engaño, diciendo a los familiares que eran sus muertos. Algunas familias incineraron cuerpos que no eran suyos.
Cuando se procedió a la exhumación descubrieron que en muchos féretros había restos de varias personas distintas. La Justicia hizo todo lo posible para que no se juzgaran los hechos. Ahora, el juez Bermúdez entiende que el esclarecimiento de la verdad no es relevante, sino las consecuencias penales (¿?). El primer acusado importante dice que firmó documentos sin saber lo que ponía en ellos y que no entendía lo que le decían por falta de traductores. Miente. Pero lo que clama al cielo es la actitud de los compañeros de los fallecidos que basan la esencia de su existencia en el honor. Callan. No exigen a quien deberían respeto por sus compañeros. ¿Entienden que los responsables son de los suyos?

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