La Justicia está recuperando visión. La venda que cubre sus ojos está hecha del mismo material que las camisas de Versace, o sea, que te la pones y ves como Superman. De la longitud de los brazos de la balanza, mejor no hablamos. Hay que renovar el Consejo del Poder Judicial (CPJ), ¡Por ley!, el mandato terminó hace casi un año, y sus señorías se han hecho okupas. Durante toda la legislatura, el principal partido de la posición (PPO) ha estado amenazando al Gobierno con impedir esa renovación y lo está haciendo. Lo triste es que sus señorías afines no se quejan de ser utilizadas como moneda de cambio en un chantaje político. Es más, en justo agradecimiento a ese sabotaje de la renovación que les permite seguir en el cargo cuando no les corresponde, les hacen trabajillos fuera de la jornada laboral (los informes referentes a la legalidad del matrimonio homosexual o la reforma del estatuto catalán no entran dentro de sus competencias, luego habrá que suponer que los habrán hecho en casa, en sus ratos de ocio). Pero sus señorías, además de tener tiempo para los asuntos por cuenta propia, también lo tienen para el humor, y animan a los políticos a que se pongan de acuerdo y renueven, de una vez, sus puestos. Yo les doy una idea, hagan un ejercicio ético, recojan sus cosas y márchense a casa. Se librarían de un cargo en el que están contra su voluntad y forzarían su sustitución.

La politización de la justicia no es deseable, pero menos todavía que esté secuestrada por la minoría, aunque esa ideología predomine en la carrera judicial.

Sólo tienen que recordar que el cargo no es obligatorio. Hagan un favor a la Justicia, aplíquense la ley, y ya está. Recuerden como tratan aquí, por decisión judicial, a otros okupas.