Asuntos & cuestiones

Un beso y una flor

La llegada del verano provoca un alud de desplazamientos y con él un cambio en el paisaje. Los medios de comunicación no son ajenos a estos movimientos. Las televisiones preparan sus tradicionales galas retransmitidas desde piscinas con espléndidas azafatas y caballeros forzudos que se zambullen en el agua como si fueran casuales bañistas ante la indiferencia de los presentadores que, de espaldas a estas lúdicas y ornamentales acciones, sonríen a cámara describiendo las bondades de la tierra de acogida al tiempo que agradecen a las autoridades locales la generosidad en la cálida recepción.
Este diario no es ajeno a estos cambios y reconfigura sus páginas ante las deserciones de algunos de sus colaboradores. Me despido temporalmente agradeciendo a mis lectores la paciencia que me demuestran ante la reiteración en la revisión de los acontecimientos desde un punto de vista que, a pesar de la liberación terapéutica que supone su exposición pública, no varía.

No deja de sorprenderme que en los foros de Internet algunos me reclamen que dé "caña" a todos, como si uno fuera un chimpancé con un bate de beisbol en la mano. Lamentándolo mucho, me siento como la niña que alertó en la playa la llegada del tsunami. Como decía León Felipe, vengo a contar cosas de poca importancia, me limito a denunciar la crueldad con la que se aplican los que lo tienen todo contra los que no tienen nada. La beligerancia en la imposición de sus dogmas cuando nadie les impide ser. En definitivas cuentas, lo mal que han asumido los herederos tener que presentarse a la revisión periódica de las urnas para recuperar el poder, con lo bien que se ha vivido siempre en España sin política.
Nos vemos a la vuelta, felices vacaciones al que las tenga.

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